
Durante décadas, China ha sido sinónimo de control estatal férreo sobre la información, con una política digital basada en la censura estricta y la restricción de contenidos extranjeros.
Pero en un giro propio de un guion escrito sin preaviso, el gigante asiático ha empezado a mostrar señales de apertura. En concreto, la provincia de Hainan, en el extremo sur del país, ha lanzado una iniciativa piloto que permite a ciertas empresas acceder a Internet sin los filtros del conocido Gran Cortafuegos.
Este paso, sin precedentes en el contexto chino, responde a las crecientes aspiraciones de la región de convertirse en una plataforma global de libre comercio. Y es aquí donde la paradoja no pasa desapercibida.
Mientras en muchas partes del mundo se revisan acuerdos comerciales o se imponen nuevas barreras digitales, China ahora quiere abrazar el libre comercio de forma consistente y, en ese proceso, parece estar dispuesta a flexibilizar una de sus políticas más emblemáticas: el control absoluto sobre el acceso a la red.
Acceso digital limitado, pero con un significado simbólico
El programa piloto “Global Connect”, lanzado en Hainan, concede a empleados de empresas registradas en la provincia una exención del Gran Cortafuegos. Esto les permite utilizar plataformas como Google, YouTube, Wikipedia o incluso TikTok, que normalmente están bloqueadas en el país.
Aunque el acceso sigue limitado por ciertos criterios burocráticos y restricciones de contenido aún no especificadas, representa un cambio significativo.
La implementación de este sistema aún no ha sido sencilla. Pero requiere que los solicitantes tengan planes 5G con proveedores estatales y aporten información detallada sobre sus empleadores.
El proceso de aprobación puede llevar hasta cinco meses, lo que muestra que, aunque China quiere abrazar el libre comercio, todavía mantiene un enfoque extremadamente regulado.
Contexto global de censura en Internet
El movimiento de China adquiere un valor especial cuando se compara con la situación de otros países. Según el informe "Freedom on the Net 2023" de Freedom House, solo el 17% de los usuarios de Internet en el mundo tienen acceso totalmente libre a la red.
Países como Irán, Corea del Norte y Arabia Saudita mantienen altos niveles de censura, al igual que China, que históricamente ha ocupado los últimos puestos en el índice de libertad digital.
En contraste, regiones como Europa occidental, Canadá y buena parte de América Latina presentan niveles más altos de libertad on line. Sin embargo, incluso en democracias consolidadas, han surgido debates sobre la regulación de plataformas y la eliminación de contenidos sensibles, lo que ha llevado a algunos analistas a advertir sobre una tendencia mundial hacia formas más sofisticadas de control digital.
Libre comercio y apertura digital, ¿una ecuación sostenible?
El experimento de Hainan tiene un objetivo claro: facilitar las operaciones de empresas internacionales e impulsar la inversión extranjera directa. El desarrollo de su puerto de libre comercio, que deberá tener operaciones aduaneras independientes a finales de este año, requiere también flexibilidad digital para atraer talento global y mantener relaciones empresariales fluidas.
Por eso, no sorprende que China se vea obligada a relajar algunas de sus políticas digitales más restrictivas. Las corporaciones extranjeras han venido reclamando durante años un acceso menos restringido a servicios básicos de Internet, fundamentales para su operativa diaria. La opción por las VPN corporativas autorizadas ha sido hasta ahora una solución parcial, pero insuficiente.
El delicado equilibrio chino entre control y apertura
Aun con esta nueva apertura, el gobierno central mantiene el control. La iniciativa en Hainan está claramente acotada. Solo se dirige a un público empresarial concreto, y el contenido accesible seguirá siendo filtrado. Esta estrategia parece más una prueba calculada que una ruptura ideológica.
La reticencia de Beijing a extender este modelo a otras regiones de forma generalizada demuestra que el modelo de censura digital aún se considera crucial para el control político. A pesar de eso, implica hacer concesiones históricas en materia de comunicación e información.
La comunidad empresarial internacional ha recibido con interés esta prueba piloto. Pero no hay que olvidar que no se trata de una liberalización total del espacio digital chino. Por ahora, es una vía limitada para facilitar el comercio exterior, cuidadosamente diseñada para no debilitar el sistema de vigilancia existente.