A cuatro años del estallido de la crisis, nada ha cambiado en el mundo de las finanzas y Wall Street sigue siendo el casino más grande del mundo. JPMorgan Chase, el mayor banco estadounidense por activos, anunció el jueves que sufrió una pérdida de 2.000 millones de dólares en sus operaciones con derivados financieros luego que fallara una “estrategia de cobertura”.
Si bien se trata de una cifra “pequeña” (dado los montos con que cada día nos sorprenden los escándalos financieros), esta vez podemos hablar del comienzo del derrumbe de la gran burbuja de derivados financieros que se ha hinchado con peligrosa rapidez en apuestas cada vez más ambiciosas. Existen más de 700 billones de dólares en derivados financieros, y los principales bancos de Estados Unidos tienen una exposición de más de 200 billones de dólares en derivados, suma equivalente a tres veces el tamaño de toda la economía mundial.
JP Morgan anunció la pérdida de 2 mil millones de dólares, y dijo que fue debido a la especulación errónea de los derivados de crédito. Como estas pérdidas aumentarán en las próximas semanas, la suma puede llegar a 20 mil millones de dólares, y le daría más velocidad a la implosión financiera en curso. JPMorgan tiene una exposición de 70 billones de dólares en derivados, suma equivalente a todo el PIB del planeta, por eso que el nerviosismo de los mercados tiene para largo. El presidente de JPMorgan, Jamie Dimons, no tuvo problemas para reconocer el escándalo en forma inmediata:
“Hubo un error manifiesto del departamento de inversiones que lo hizo todo mal… Esta nueva estrategia fue errónea, compleja, mal controlada, mal ejecutada y siguió mal”
Esta autocrítica fue particularmente dolorosa para Jamie Dimons, quien tenía fama de ser el banquero más prudente de Wall Street y lejos de las osadías de Goldman Sachs, Bank of America o Citigroup. Hasta el año 2006 era criticado por la baja rentabilidad que obtenía frente a sus rivales, pero tras el estallido de la crisis, fue recibido como un hombre sabio por haber evitado todas las toxinas que envenenaron a los otros bancos.
Esa misma condición de “banco seguro” fue la que le permitió recuperar a bancos en bancarrota como Bear Sterns y Washington Mutual, en marzo de 2008. Y su desempeño prudente lo convirtió en el banco más poderoso de Estados Unidos. Sin embargo, este escándalo ha dejado al descubierto que también cayó en la tentación del juego de casino, lo que lo instala en una situación humillante.
Este traspié demuestra que los bancos actúan sin ninguna regulación y amparados en el juego de casino donde siempre han ganado. Y como son entidades que se han hecho tan gigantescas, resultan incontrolables y nadie sabe en verdad qué es lo que ocurre ahí dentro. Desde hace mucho tiempo que la banca perdió el contacto con la economía real (y también con la realidad), dado que es más lucrativa la economía de casino. Pero hasta los casinos más grandes se derrumban cuando la velocidad de la recuperación es menor a la del hundimiento.
Los bancos siguen jugando con dinamita pese a saberse que los derivados son activos tóxicos altamente peligrosos. Warren Buffett los describió como “armas financieras de destrucción masiva”. Y estas armas se han vuelto más complejas en los últimos años y se han convertido en engendros financieros fuera de control.
En El Blog Salmón | La burbuja de derivados financieros se sigue hinchando con peligrosa rapidez, Como un monstruo a lo Frankenstein, los engendros financieros de los CDS están fuera de control
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