Trabajar 14 horas, sin vacaciones y acabar en urgencias por ansiedad: así son algunas vidas que buscan la independencia financiera

Trabajar 14 horas, sin vacaciones y acabar en urgencias por ansiedad: así son algunas vidas que buscan la independencia financiera
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La elevada inflación, la subida de los tipos de interés y la escasez de oportunidades para las nuevas generaciones hacen que muchas personas vean como única salida posible echar jornadas laborales maratonianas. Lejos de generar un mayor bienestar, acaba provocando situaciones de estrés y ansiedad por tal de ahorrar el máximo capital posible y poder sobrevivir en una sociedad en la que todo sube, menos los sueldos.

A través de la plataforma Reddit, varios usuarios han compartido su experiencia profesional. Más de uno, comenta, que con apenas 35 años ya acumula un patrimonio de más de dos millones de euros y cero deudas, por lo que podría plantearse una jubilación con 40 años.

Es el caso de usuarios que exponen su particular situación y su estancia en EEUU. “Los primeros años trabajaba cerca de 14 horas al día. Tenía miedo de no estar a la altura con el resto de compañeros, que me despidieran y tendría que volver a España”.

El mismo usuario, que apunta que no buscaba FIRE, solo mejorar económicamente, se puso como meta trabajar en empresas mejores que las anteriores. No obstante, esos niveles de exigencia le llevaron a “estar más solo que las ratas durante muchos meses”, argumenta.

Los elevados niveles de estrés se sumaban a la frustración de ver cómo sus amigos salían de vacaciones por Españas mientras él, solo poseía 10 días de vacaciones al año que aprovechaba para ver a su familia. Y es que pese a las circunstancias exigentes de España, no siempre salir a fuera y, en concreto a EEUU, es sinónimo de progreso.

“Con 30 años acabé en urgencias con un trastorno de ansiedad que aún me sigue durando. Y estoy medicado”. Duras declaraciones que demuestran cómo los elevados niveles de exigencia a los que son sometidos muchas generaciones, especialmente los jóvenes por la falta de oportunidades, les puede derivar en situaciones críticas.

Además, las consecuencias de salud física y psicológica son innegables: “Tuve depresión por unos meses, pero no lo pude contar a mi familiar por no asustarlos. Cuando vengo a España, mis sobrinos no me reconocen”. Salir del país en busca de estabilidad económica e independencia financiera supone, en muchos casos, un elevad precio a pagar.

Esta situación la siguen padeciendo en la actualidad numerosos grupos poblacionales de diferente índole. Hablamos de jóvenes que buscan independizarse, inmigrantes e incluso padres de familia que tienen serias dificultades para encontrar un empleo a partir de los 40 años.

La situación particular de España

El límite de horas queda regulado en el Estatuto de los Trabajadores, aprobado mediante el Decreto Legislativo 2/2015, de 23 de octubre. Así pues, no se puede superar el límite ordinario de 40 horas semanales de trabajo efectivo en el cómputo anual.

También hay medidas como el Decreto Ley de Control Horario, fijado en 2019, que establece la obligatoriedad para todos los trabajadores de fichar en la empresa. No obstante, en la práctica y, especialmente, en las empresas digitales, las horas trabajadas superan en muchos casos el máximo fijado por ley.

Datos demuestran que España es el segundo país de la UE donde más horas extra no remunerada se realizan. Si se vuelve común el hecho de alargar la jornada laboral, se acaba fomentando el presentismo, pero también que ‘echar horas de más’ esté bien visto entre los empleados como sinónimo de productividad, ahorro y compromiso. No obstante, las consecuencias para la salud son innegables.

El problema del lonchafinismo

El trabajo se convierte en el único aliado para combatir la soledad, viendo el lonchafinismo como la única alternativa posible para poder ahorrar y salir adelante. En líneas generales, quien decide optar por el lonchafinismo lo hace de manera voluntaria, obligado por las circunstancias.

El cerebro genera una serie de pequeñas descargas de dopamina cada vez que consigue un ahorro adicional. La mentalidad del lonchafinista es que si trabaja un poco más consigue más dinero y que si se quita de determinados gastos innecesario, conseguirá ahorrar más. Esa mentalidad va sumada a suprimir ocio e incluso optar por comprar marcas blancas.

El cerebro disfruta cada vez que ahorra, convirtiéndose el lonchafinismo en una adicción. De ahí que esta práctica se mantenga, pese a que los ahorros adicionales obtenidos sean cada vez menores y posean un coste mayor para la salubridad y la calidad de vida.

Son muchos los trabajadores, no solo de España, que acaban cayendo en situaciones de estrés, ansiedad o depresión por tal de estar a la altura y de ahorrar todo lo posible. El miedo a la incertidumbre les lleva a querer trabajar más horas para llegar a unos elevados niveles de ahorro, ya que los sueldos no suben al mismo nivel que los precios, provocándoles, en muchos casos, problemas de salud irreversibles.

Buscar el máximo equilibrio en el ahorro

Todo pasa por encontrar el punto medio como virtud. El trabajador debe reflexionar cuánto merece la pena sacrificar sus años de juventud por tal de tener capital ahorrado a partir de los 40 años. El lonchafinismo es una relación poco sana con el ahorro.

El lonchafinista surge como consecuencia de un estado de gasto descontrolado por desconocimiento de las finanzas personales. Es cierto que el lonchafinismo posee ventajas: aprender a ahorrar y a vivir con poco y ser más robusto frente a los cambios en el nivel de ingresos.

No obstante, el lonchafinismo y la obsesión por trabajar más de 14 horas al día por tal de ahorrar también traen consecuencias negativas, especialmente para la salud mental.

Se empeora la calidad de vida debido a una degeneración del ahorro. A nivel mental y emocional, suprimir parcelas de ocio puede acabar generando estrés y ansiedad. Aunque en términos físicos, puede derivar en que se apueste por alimentos de mala calidad y se sacrifique una buena y sana alimentación por tal de ahorrar unos euros.

Un problema importante del lonchafinismo es que tiene un ahorro potencial limitado. Al fin y al cabo, no puedes ahorrar más que el 100% de lo que ingresas, pero en ciertos momentos de la vida hay gastos de los que no se puede escapar.

Un ejemplo práctico. Si se ganan 20 euros a la hora, pero se dedica una hora a ir a diferentes tiendas para aprovechar todas estas ofertas, aparentemente se estarán ahorrando 10 euros, pero sin embargo se habrán perdido 10 euros de trabajo en un esfuerzo innecesario. Se acaba perdiendo perspectiva, pues esa hora invertida se podría haber destinado a obtener ingresos por otra parte.

El lonchafinismo supone que el tiempo juegue en contra. El consumo vale más en el presente que en el futuro, por cuestiones puramente biológicas. Si se dispone de 100 euros con 18 años se conseguirá un mayor nivel de felicidad que si se cuenta con esta cantidad a los 40 años. Al final, ser excesivamente lonchafinista implica dejar el ocio para después de los 50 o los 60 años.

En resumen, extender la jornada laboral en exceso en pro de la independencia financiera no solo resulta improductivo, sino que también puede tener consecuencias en el entorno familiar y social.

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