La hora amarga del libre comercio

La hora amarga del libre comercio
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El proteccionismo ha sido siempre una mala palabra, y frente a cada crisis se recuerda ese oscuro legado de los senadores republicanos Reed Smoot y Willis Hawley, quienes con su proyecto de ley arancelaria de 1930 (La Ley Smoot-Hawley), que elevó los aranceles en un 50% a casi 20 mil productos, contribuyeron al freno del comercio mundial que profundizó aún más la crisis iniciada en octubre de 1929.

Si bien en los últimos años el mundo ha girado al derribamiento de las barreras comerciales, hay que resaltar que esto ha sido en un proceso desordenado y desigual. Algunos países han logrado avanzar y otros simplemente se han estancado. Porque siguiendo la sugerencia de Mike Moore, Director de la Organización Mundial de Comercio entre 1999 y 2002: “La manera más segura para ayudar a los más pobres es continuar la apertura comercial”, los países poderosos se sintieron con la autoridad para presionar al mundo en desarrollo en liberar las barreras arancelarias.

Si bien la evidencia empírica no respalda la relación libre comercio/crecimiento, las experiencias exitosas de crecimiento orientado a exportaciones han sido el resultado de un comercio selectivo y de políticas de industrialización. Hasta el FMI aceptó a regañadientes que “en contra de todas las predicciones optimistas de los modelos teóricos, el examen sistemático de la evidecia empírica lleva a la sobria conclusión de que no hay ninguna prueba de que la globalización haya beneficiado el crecimiento

Por estos días, la prensa mundial clama por un no retorno al proteccionismo. No es momento para el proteccionismo escribe Greg Mankiw en The New York Times; tras los dichos de Obama de que “China no puede socavar las bases de un comercio justo”,

Lo cierto es que si el comercio mundial destruye puestos de trabajo, las acciones de la OMC despertarán masivas movilizaciones sociales. A decir verdad, la OMC es la responsable de las acciones de libre comercio que han apelado a un beneficio mezquino, para nada amparado en ideas de desarrollo y pleno empleo. Este deberá ser el próximo desafío de una Organización Mundial de Comercio orientada a la equidad y al beneficio real de los países. Como plantea Le Monde: “este es el verdadero reto que plantea la crisis: los puestos de trabajo destruídos en Francia, hacen necesario considerar la medidas para proteger a los grupos más vulnerables”.

También el Primer Ministro británico Gordon Brown manifiesta sus reticencias frente a este flagelo cuando desafía a la ortodoxia libremercadista y señala: “empleos británicos para los trabajadores británicos” como muestra la edición de ayer de The Independent; incluso la India ha emitido una prohibición de seis meses a la importación de juguetes chinos.

Más allá de la visión aislada entre proteccionismo, libre comercio y pleno empleo, los países tendrán que velar no sólo por lo que les aporta un crecimiento real, sólido y objetivo, sino también deberán orientar su apertura comercial hacia una equidad en el crecimiento real y de pleno empleo en el resto de sus socios comerciales. La crisis ha dejado al descubierto que mientras más inequitativos son los términos de intercambio, más profundos y largos son los fenómenos recesivos. Sólo la equidad y la transparencia en la distribución podrán acortar estos descensos que son, por todos, indeseados.

Más información | FMI: Effects of Financial Globalization on Developing Countries: Some Empirical Evidence
Imagen | tarotastic

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