Todo lo que necesitas saber sobre comunicación verbal y no verbal

Todo lo que necesitas saber sobre comunicación verbal y no verbal
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La comunicación es el proceso mediante el cual se transmite y recibe información o mensajes. Saber comunicar es fundamental, sobre todo si nuestra profesión está relacionada con las ventas o si frecuentemente trabajamos realizando presentaciones.

La comunicación emplea unos signos para transmitir la información, que pueden ser de dos tipos: cuando los signos son palabras, estamos hablando de comunicación verbal; mientras que cuando se trata de cualquier otro tipo de signo, nos referimos a la comunicación no verbal.

Ambos tipos de comunicación son fundamentales si queremos que nuestro mensaje sea interpretado correctamente por su receptor. Por esta razón, a continuación repasaremos las principales técnicas de comunicación verbal y no verbal.

La comunicación verbal

La comunicación verbal puede ser de dos tipos: comunicación escrita y comunicación oral. Dado que queremos enfocar este artículo en ventas y presentaciones, en este apartado analizaremos solamente la segunda.

Si queremos que nuestro mensaje cale en su receptor y sea recordado, es fundamental que sepamos transmitirlo de una manera que resulte interesante. El lenguaje que elijamos en la comunicación verbal dependerá del tipo de destinatario del mensaje, si bien ha de ser en todo momento educado y correcto.

Cada persona es un mundo y, por esa razón, debemos personalizar la forma de comunicar en función del público al que nos dirijamos. Si detectamos caras aburridas al fondo de la sala, debemos cambiar inmediatamente de lenguaje y de estilo de comunicación.

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Es fundamental vocalizar y hablar a un ritmo tranquilo. Si vocalizamos mal o nos comemos partes de las palabras, no se nos entenderá. Hay numerosas técnicas para mejorar la vocalización. Una de ellas consiste en coger un corcho de una botella, ponerlo entre los dientes y leer un texto en voz alta.

La velocidad con la que hablamos también es un factor a trabajar, ya que si hablamos demasiado rápido, los receptores no serán capaces de asimilar la información que les estamos proporcionando. Como consecuencia, nuestros oyentes desconectarán de la exposición después de no más de dos o tres minutos escuchándonos.

Por el contrario, si el ritmo de la exposición es demasiado lento, corremos el riesgo de aburrir a los receptores del mensaje y que también dejen e oírnos.

También es muy importante que a lo largo de la exposición seamos capaces de cambiar la modulación de la voz. De esta forma conseguiremos transmitir diferentes emociones a los presentes. Por ejemplo, podemos usar un tono triste, feliz, triunfante, tímido, de indiferencia, cansado... La combinación de todos hará que nuestro mensaje sea más ameno.

Otro aspecto a considerar en la comunicación verbal es la proyección de la voz, es decir, hacia donde nos dirigimos al hablar. No basta con dirigirse a la primera fila e ignorar a los del fondo. Tampoco podemos gritar para que nos oiga la última fila y dejar sordos a los que se sientan más hacia delante. Hay que buscar el término medio y para ello es necesario ensayar en función del número de oyentes que vaya a haber en la sala.

Para terminar, hablemos sobre las coletillas y las muletillas que todos usamos al hablar: "¿Vale?", "¿entiendes?", "eh...". Elimínalas de tu mensaje, son lo peor. Tampoco debemos abusar de los adverbios terminados en -mente: evidentemente, actualmente, claramente, realmente... Grábate en vídeo y luego te ves. Seguro que así te das cuenta de si usas alguna muletilla.

La comunicación no verbal

Entendemos por comunicación no verbal aquella que complementa a las palabras y que está determinada por nuestra mirada, nuestros gestos, la forma de mirar, la postura de las manos... Es fundamental saber manejar este tipo de comunicación si queremos que nuestra exposición sea un éxito.

Partamos de la base de que los primeros segundos en una exposición pública lo son todo. Si somos capaces de causar una buena impresión en ese lapso temporal tan reducido, lo tendremos mucho más fácil durante el resto de nuestra exposición. Sin embargo, si causamos una mala impresión nada más comenzar, nos llevará mucho tiempo y esfuerzo dar la vuelta a ese sentimiento.

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Es evidente que seremos mucho mejor recibidos si empezamos a hablar con una sonrisa en la cara, ya que esto muestra una actitud positiva y simpática. Puede parecer una obviedad, pero los nervios pueden jugarnos una mala pasada. Muchas veces no nos damos cuenta de que empezamos la exposición con cara de pocos amigos y eso es un error fatal.

También es importante la vestimenta, pues transmite un sentimiento positivo o negativo sobre nosotros. El vestuario debe ser el adecuado a la situación en la que nos encontremos. No abusemos del traje. Los tiempos de chaqueta y corbata ya han pasado a la historia. La ropa ha de ser cómoda y tenemos que identificarnos con lo que llevamos. Si no estamos a gusto con la ropa, estaremos inseguros todo el tiempo.

Para terminar de completar el tema de imagen, debemos prestar mucha atención a como nos arreglamos y nos aseamos: uñas, barba, pelo, cejas... Alrededor del 55% de lo que transmitimos entra por los ojos antes que por el oído.

La forma de mirar también es muy importante. Nuestra mirada ha de ser amable y dar credibilidad. Mucho cuidado con centrar la mirada solamente en una persona o en una zona de la sala, es un error. Lo ideal es dirigirse a toda la sala, cambiando constantemente el punto de referencia de nuestra mirada. De esta forma todos sentirán que estamos hablando con ellos.

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Mucho cuidado también con mirar en exceso al suelo, al techo o a las notas que tenemos a mano. Esto puede ser sinónimo de que no tenemos demasiado bien preparada la exposición o de que estamos muy nerviosos.

En lo que respecta a la posición, es fundamental que nos situemos en un lugar en el que podamos ver a todos los asistentes y que todos puedan vernos a nosotros. Si nos movemos demasiado de un lado a otro demostramos nerviosismo, y si nos quedamos quietos podemos llegar a ser aburridos. Se recomienda que los movimientos sean suaves y sin brusquedad, tanto en lateral como hacia delante y atrás.

Para terminar, las manos. Con el movimiento de manos transmitimos mucho más de lo que creemos. Estas nos sirven para enfatizar lo que hacemos y ponen de manifiesto la naturalidad de nuestro discurso. No se deben tener las manos en los bolsillos ni tampoco los brazos cruzados. Estas situaciones denotan una actitud defensiva.

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