Cómo la energía nuclear permite a Francia vender energía mientras Alemania la importa y aún así emite mucho más CO2

Cómo la energía nuclear permite a Francia vender energía mientras Alemania la importa y aún así emite mucho más CO2
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Europa se encuentra actualmente sumergida en un reto importante, pues su objetivo no es otro que crear una política energética común que permita limitar la dependencia de terceros países (como Rusia y los estados del Golfo), especialmente en época de conflictos, además de la transición energética para limitar las emisiones de carbono.

Pero dentro del propio viejo continente figuran dos posiciones contrapuestas; por un lado la de Francia y Polonia, junto al resto de países de Europa Central y Oriental. Calificados como el ‘grupo de bajas emisiones’, apuestan por la sostenibilidad fundamentada tanto en la energía nuclear como en las energías renovables.

Por el contrario, el ‘grupo de países verdes’ tiene a España y Alemania, además del apoyo estratégico de Dinamarca y Austria, como defensores de una transformación energética que apueste por el impulso y despliegue de las energías renovables en pro de la sostenibilidad. Al margen de las cuestiones ideológicas, es un conflicto meramente económico que acabará determinando el devenir energético de Europa.

La postura de Francia

Para el país galo, las energías renovables no son lo suficientemente poderosas para descarbonizar la economía, ya que éstas precisan de una implementación por tecnologías de almacenamiento o centrales nucleares y de gas. De ahí que apueste por un nivel intermedio, es decir, construir reactores nucleares, terminales de GNL y renovables al mismo tiempo. Solo así se podrán controlar los altos precios, la escasez de la oferta y la capacidad de crecimiento.

El proyecto Cigéo de Francia va cobrando peso como almacén geológico para residuos nucleares con hasta 500 metros de capacidad. Se espera que pueda recibir unos 75.000 m3 de residuos de vida media-larga y 10.000 m3 de residuos de alta actividad. Más del 50% se generan para la producción de electricidad. De aprobarse su construcción por el Gobierno de Francia, entraría en funcionamiento en 2035 y se mantendría hasta el 2150, cuando se cerraría y se pondría bajo vigilancia.

El gobierno de Macron construirá ocho nuevas plantas nucleares, además de las seis ya anunciadas previamente. Solo así podrán alcanzar los objetivos de reducción de carbono. Y es que consideran que precisarán de energía nuclear más allá de los seis primeros reactores presurizados europeos (EPR).

Con respecto a las energías renovables de cara a 2030, el texto no recoge ningún objetivo específico y se mantiene 100% neutral en términos tecnológicos. Y es que llama la atención que Francia es de los países que menores emisiones de gases de efecto invernadero produce entre los 27 países de la UE, generando alrededor de 4,7 toneladas per cápita en 2020. Esto es consecuencia de que su flota de 57 reactores nucleares construidos desde 1970 ha sido readaptada recientemente.

La intensidad de carbono en Francia es de 35gCO2eq/kWh, bajando las emisiones en un 95% y aportando a las renovables un 29%. El objetivo de Francia es reducir la proporción de combustibles fósiles en el uso de energía del 60% actual al 40% en 2035, aunque esto requerirá de nuevas construcciones de unos 13 gigavatios de energía a partir de 2026.

El primer EPR en Francia (Flamanville, Normandía) entrará en vigor a mediados de 2024, siendo su coste de 12.700 millones de euros. No obstante, la energía nuclear permitirá a Francia seguir vendiendo energía y mantener su compromiso de reducir las emisiones de CO2, aunque apueste menos por las energías verdes.

La postura de Alemania

El Gobierno de Scholz, con datos del 7 de enero, ve de forma preocupante cómo sus niveles de emisiones de CO2 son mayores que los de Francia y que su política energética no acaba de funcionar. De hecho, la intensidad de carbono es de 464 gCO2eq/kWh, bajando las emisiones en un 56%, pese aportar en renovables un 51% (268 TWh de electricidad fueron obtenidos a partir del viento, el sol, el agua o la biomasa).

Las emisiones de CO2 en Alemania han caído hasta su nivel más bajo en 70 años durante 2023, registrando 673 millones de toneladas de CO2, como consecuencia de un desplome del consumo de carbón. Estos datos se extraen de la memoria anual ‘La transición energética en Alemania: situación actual en 2023’, elaborado por Agora Energiewende.

Solo el 15% de la reducción de las emisiones se corresponde con medidas de ahorro sostenible a largo plazo, como el uso de energías renovables, el incremento de la eficiencia energética e incluso el cambio a combustibles respetuosos con el medio ambiente.

La reducción de emisiones es debida a los efectos a corto plazo como la disminución de la producción relacionada con la crisis y el menor consumo de electricidad. De ahí la necesidad de que sectores como la construcción y los transportes trabajen activamente.

Las emisiones de CO2 cayeron unos 73 millones de toneladas con respecto a 2022, manteniéndose en 49 millones de toneladas por debajo del objetivo anual, fijado en 722 millones de toneladas de CO2 por la Ley de Protección del Clima.

Según el informe, las causas del descenso han sido la caída de la generación de energía por carbón (alcanzó su nivel más bajo desde la década de 1960 y ahorró 44 millones de toneladas de CO2), generando un aumento de las importaciones de electricidad de los países vecinos. De hecho, casi el 50% procedían de energías renovables.

La otra causa es que las emisiones de la industria cayeron de forma drástica, motivado por la desaceleración económica en la producción de las empresas que consumen mucha energía. La producción económica general se contrajo un 0,3%, según cifras preliminares, y la producción con uso intensivo de energía cayó un 11%.

Europa deberá tomar partido en su estrategia de energía nuclear, pues actualmente el modelo de Francia, productor de ésta, supone una mayor contribución a la sostenibilidad que el modelo alemán, que apuesta por su importación.

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