Los intereses negativos se afianzan en 2021

Los intereses negativos se afianzan en 2021
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La deuda con intereses negativos lleva años conviviendo con nosotros. Pero los Gobiernos, cada vez, pueden lanzar emisiones de mayor período con intereses negativos y, en 2021, la deuda en negativo se ha afianzado como nunca antes, con más de 18 billones de dólares cotizando en bonos con rentabilidad negativa.

Para España parece que es cuestión de tiempo que pueda emitir recurrentemente deuda a largo plazo en negativo. Como dato revelador, en diciembre del año pasado, el Tesoro español emitió 921 millones de euros de deuda a diez años con un interés negativo, algo no visto hasta la fecha.

No solo esto, en la subasta del miércoles, se captó 10.000 millones de euros con la emisión de determinados títulos de deuda a 10 años (obligación del Estado sindicada) que ha llegado a registrar una demanda récord superior a los 130.000 millones de euros, hechos que no tienen precedentes y nos ofrecen una idea del apetito existente por la deuda soberana.

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Ver una demanda récord de bonos españoles subraya el fuerte comienzo de año de los bonos en periferia de la Eurozona, y con las perspectivas de la política monetaria presentes, parece que será la tónica generalizada para este año.

¿Por qué alguien compraría deuda en negativo?

Suena disparatado que alguien pueda querer adquirir un título de deuda, conociendo previamente que recibirá finalmente un importe menor entre los cupones y su vencimiento. En principio, la alternativa más lógica sería quedarnos en liquidez en vez de aceptar una pérdida.

Pero la realidad financiera ha cambiado en los últimos años, con los bancos centrales que ponen sus tipos de interés al 0% y sus tipos de depósitos en negativo, cobrando a los bancos por depositar su dinero en la autoridad monetaria.

Esto ha llevado a que la banca estreche márgenes porque índices de referencia hipotecarios, como el euríbor, cotizan en negativo y que haya que bajar la remuneración a los depositantes y cobrar más comisiones para mantener el negocio bancario.

Además, si se quisieran deshacer de la deuda, hay una demanda detrás fuerte y sostenida. El BCE adquirió 120.000 millones de deuda española el año pasado, lo que se traduce en la emisión neta del país, a pesar de ser compras orientadas en el mercado secundario de deuda.

La lectura detrás de los intereses negativos

Que un gobierno cuente con una financiación estable, e incluso que los prestamistas están dispuestos a pagar por adquirir su deuda debería ser una gran noticia porque significa que dispone de más recursos para destinarlos a otras partidas del Presupuesto.

Pero hay una interpretación más allá, el hecho de que veamos rentabilidades bajas o negativas, supone que el entorno inversor interpreta un elevado pesimismo sobre las perspectivas económicas a medio y largo plazo.

Pensemos que si las expectativas económicas fueran otras, con un mayor optimismo y un grado de certidumbre mayor, desplazarían sus capitales a otros activos y, para financiarse, los Estados deberían estar pagando mayores intereses para el compensar la mayor inflación fruto de una actividad económica dinámica.

El simple hecho de que estemos viendo como en diferentes subastas los respectivos Tesoros de cada país están logrando captar dinero en negativo se traduce en una sombrías esperanzas para la economía.

Con esta realidad, ¿los grandes tenedores de liquidez qué alternativas tienen? ¿Dejar su dinero en el banco? Si lo hicieran, quedan expuestos a los tipos de interés negativos que están imputando los bancos a las grandes cuentas y que, únicamente, ven garantizados 100.000 euros en cada entidad bancaria.

Debido a que la presión bancaria y las bajas garantías para la gran liquidez, es preferible adquirir deuda pública de un Estado que garantice su pago a través del pago de impuestos de la ciudadanía. Al fin y al cabo, los pagos de la renta fija corporativa dependen de la evolución del negocio pero, en el caso de los Estados, quedan supeditados a la voracidad fiscal que se diseñe.

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