Así es el tejido empresarial español comparado con el de otros países

Así es el tejido empresarial español comparado con el de otros países
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Desde los gobiernos y los principales partidos políticos, se tiende a definir cuánto y cómo hay que gastar el dinero sustraído de los ciudadanos vía impuestos. No obstante, la preocupación es menor al hablar de cómo producir y tomar medidas favorables para la creación y el crecimiento de las empresas españolas.

En consecuencia, nos encontramos que el tejido empresarial español está formado muy mayoritariamente por pymes, dejando en una situación residual a las grandes empresas que, a pesar de ser continuamente criminalizadas, son las que muestran mayores niveles de productividad por empleado y pagan mejores salarios.

Esta es una de las principales razones por la que los salarios tienden a ser bajos. De hecho, como veremos más adelante, los países con una renta per cápita más elevada, como son el Reino Unido y Alemania, las pymes ponderan en menor medida en favor de la gran empresa.

El tejido empresarial focalizado en la pequeña y mediana empresa

En el entorno empresarial, España no se caracteriza por ostentar un tejido empresarial de grandes empresas. Según el informe "La empresa mediana española" que elabora el Círculo de Empresarios, el número trabajadores medio por empresa es de 4,5. Esta cifra quedaría ubicada entre Francia e Italia cuyas empresas tienen un tamaño medio de 5,3 y 3,9 empleados respectivamente.

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En los últimos años, en España se ha visto una significativa reducción del número de pequeñas empresas debido que su participación ha descendido hasta 4,4% del año 2017 partiendo del 6% que se alcanzó en 2008. Sucede lo mismo con las empresas medianas que también han sufrido su presencia en el tejido empresarial.

Esta tendencia también la vemos por ejemplo en Francia con porcentajes de participación de empresas medianas similares a las españolas. En el caso de las grandes empresas es decir, las que emplean más de 250 trabajadores, en España supone el 0,12% del total del tejido empresarial, mientras que en Alemania asciende hasta el 0,47%, es decir cuatro veces más de España.

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Las microempresas españolas suponen el 94,83% del tejido empresarial niveles por encima del 90% al igual que países como Francia, Portugal o Italia, mientras que las microempresas alemanas e inglesas ponderan el 82,16% y el 88,94% respectivamente de su tejido empresarial.

En el tejido empresarial español, las microempresas representan el 40% del total del empleo. No obstante, la participación en el valor añadido es notablemente inferior, tan solo un 25,3%. Esto se traduce en una falta de productividad y en consecuencia, bajos salarios.

2017

Es más, si nos centramos en las grandes empresas, la aportación al valor añadido sobre el total es del 37,9%, una cifra que quedaría por detrás de Alemania (46,1%), Francia (41,7%) y el Reino Unido (47,5%), países con salarios más altos que en España.

Otra manera de analizarlo es que el conjunto de pymes españolas generan alrededor del 62,7% del valor añadido total, mientras que las pymes alemanas ponderan el 53,9% del valor añadido total, es decir unos ocho puntos porcentuales relativos menos que España.

El problema de las microempresas españolas

A medida que las empresas crecen, pueden desarrollar economías de escala, lo que mejora los niveles de productividad y repercute positivamente el crecimiento de la economía y salarios más elevados. De hecho, son las empresas medianas y grandes empresas las que registran los mayores ratios de valor añadido por empleado.

En el siguiente gráfico se aprecia como la productividad -valor añadido por empleado en miles de euros en paridad de compra del poder adquisitivo- se incrementa a medida que la empresa aumenta su tamaño.

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Como se puede apreciar, tanto en pequeñas como medianas y grandes empresas españolas no existe un amplio diferencial de productividad frente a la media de países de la Unión Europea, todo lo contrario, son más productivas. Las empresas medianas españolas se caracterizan por una elevada productividad, incluso superior a las francesas y alemanas.

El problema en España lo tenemos en el segmento de microempresas, es decir hasta nueve empleados, ya que existe una brecha negativa de productividad frente al agregado de microempresas de la Unión Europea cercano al 50%.

Otro punto positivo de las grandes empresas es su mayor capacidad para hacer frente a los tiempos difíciles. Un dato que puede ser ilustrativo es que en España, durante el periodo comprendido entre el año 2008 y 2017, el número de empleados retrocedió en más de dos millones de personas, no obstante las grandes empresas pudieron mantener notablemente el golpe económico.

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Si observamos la variación porcentual acumulado del empleo durante este período observamos que entre 2008 y 2017, el total de empleo se ha reducido un 14,9%. En contraste, las grandes empresas han visto una variación del empleo del -0,1%, es decir el empleo se ha estabilizado. Por el contrario como las pequeñas empresas a las presentado una variación acumulada del -31,5%.

¿Por qué tenemos tantos problemas para que las empresas crezcan?

En España, se tiende a la estigmatización de las grandes empresas y de ahí se deriva que en la regulación fiscal y laboral exista una clara penalización al crecimiento empresarial. Si bien se ha reformado la legislación laboral, las empresas siguen teniendo muchas responsabilidades adicionales una vez alcanzan los 50 empleados.

Por ejemplo, para aquellas empresas con más de 50 trabajadores y una cifra de negocio por encima de los 5,7 millones de euros tienen la obligación de una autoría externa de las cuentas, lo que supone un incremento de los costes administrativos.

Esto no acaba aquí, cuando se superan los 6 millones de facturación por año la probabilidad de inspección y control fiscal crece. Pensemos este tipo de empresas quedan integradas en la Unidad de Grandes Contribuyentes y el IVA empieza liquidarse mensualmente, las bonificaciones a la Seguridad Social que se derivan de la contratación en empresas de menos de 50 trabajadores y otros problemas regulatorios que exige la administración.

El Índice Doing Business que clasifica los países por su entorno regulatorio más favorable para la creación y operación de una empresa local, nos muestra a España en el puesto 28 de un total de 190 economías, sin duda una posición en la parte alta pero no todo lo óptima que se desearía. Los países que ponderan, en mayor medida, grandes empresas en su tejido empresarial son también los mejor posicionados en el índice:el Reino Unido y Alemania ocupan la posición séptima y vigésima respectivamente en el índice.

Por lo tanto, es imprescindible que desde la burocracia española se ponga freno al llamado “efecto escalón”, que impide a las empresas crecer, generar una mayor empleo de mejor calidad y comparativamente una mejor remuneración.

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