En Europa nos reímos mucho de que los americanos son incultos pero no es cierto: nos superan claramente en nivel escolar

En Europa nos reímos mucho de que los americanos son incultos pero no es cierto: nos superan claramente en nivel escolar
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En España, casi es tradición aquello de hacer chistes sobre la supuesta incultura estadounidense: que si no saben situar en un mapa más de tres países europeos, que si confunden España con México... Pero más allá de las bromas y chascarrillos, los datos educativos no respaldan esta idea.

Los resultados del último informe PISA, elaborado por la OCDE en 2022, muestran que Estados Unidos supera a la mayoría de países europeos en comprensión lectora, matemáticas y ciencias. Y lo hace con margen.

Estados Unidos, por delante

Según el informe PISA 2022 (Programme for International Student Assessment), Estados Unidos obtuvo las siguientes puntuaciones:

  • Lectura: 504 puntos, donde la media de la OCDE es de 476
  • Ciencias: 508 puntos, donde la media de la OCDE es de 485
  • Matemáticas: 465 puntos, donde la media de la OCDE es de 472

En comparación, España obtuvo las siguientes puntuaciones:

  • Lectura: 474 puntos
  • Ciencias: 485 puntos
  • Matemáticas: 473 puntos

Por descontado, esto no significa que el sistema educativo estadounidense quede libre de críticas, pero sí que rompe con la narrativa de una América “ignorante”, que no se sostiene frente a los datos. ¿Es una cuestión de que Europa lleva años estancada o retrocediendo?, ¿EEUU tiene un problema concreto en la enseñanza pública?

Los datos concretos de PISA muestran cómo numerosos países europeos —entre ellos, España— se han estancado o han empeorado en sus resultados académicos en lectura, ciencias y matemáticas.

Por el contrario, Estados Unidos, pese a las críticas, ha logrado mantener su rendimiento e incluso ha mejorado en algunas áreas, especialmente en comprensión lectora. Solo en matemáticas ha experimentado una caída más significativa, en línea con la tendencia global.

En cualquier caso, el rendimiento de Estados Unidos es superior al español en lectura y ciencias, y ligeramente inferior en matemáticas. Además, los norteamericanos superan ampliamente a países como Francia, Italia, Portugal o Hungría en varias de estas competencias clave. En pocas palabras, el estereotipo no se sostiene frente a la evidencia comparada.

Desigualdad estructural

Una crítica habitual dentro de propio sistema estadounidense es que los resultados están "lastrados" por los malos datos de afroamericanos e hispanos, del mismo modo que en Europa se alude al impacto del alumnado de origen inmigrante.

Los datos del NCES (National Center for Education Statistics) muestran que, incluso si se consideran solo los resultados de estudiantes blancos no hispanos en EE. UU., estos puntúan por encima de la media europea en casi todos los indicadores. Y si se aplica el mismo filtro a Europa, excluyendo a estudiantes de origen extranjero, las diferencias no solo no desaparecen: las diferencias se amplían.

Estos datos muestran que no es una cuestión de origen, sino de desigualdad estructural. En todos los países, el rendimiento escolar está fuertemente correlacionado con el nivel socioeconómico del estudiante. Según la propia OCDE, “los alumnos desfavorecidos tienen hasta 3 veces más probabilidades de obtener bajo rendimiento que sus compañeros favorecidos”.

El poder adquisitivo y la estabilidad social son claves aquí. Por lo tanto, no se trata tanto de quién “baja la media”, sino de qué sistemas educativos logran compensar (o no) las brechas sociales.

Europa: autocomplacencia y estancamiento

Pese a que el sistema educativo europeo presume de gratuidad y equidad, no siempre cumple sus promesas. El abandono escolar sigue disparado en varios países del sur (España, Italia, Malta) y el prestigio de la formación profesional continúa bajo mínimos —pese a las campañas educativas de los últimos años. Además, la movilidad entre clases sociales es escasa.

En cambio, el sistema estadounidense —con todos sus defectos— tiende a ofrecer más flexibilidad curricular y autonomía a los centros escolares, acceso a contenidos avanzados desde edades tempranas, una cultura de evaluación continua y programas para alumnos con altas capacidades.

Por descontado, dista mucho de ser un modelo perfecto: su dependencia de los presupuestos locales genera enormes desigualdades entre distritos y los costes universitarios son inasumibles para millones de familias. No obstante, si nos limitamos a mirar el rendimiento escolar medio de su alumnado de 15 años, que es lo que mide PISA, EE. UU. sale ganando.

Por todo ello, quizá conviene revisar los datos y hacer cierta autocrítica. Los "yanquis" no solo nos superan en varios indicadores educativos clave, sino que también han sabido adaptar su sistema con mayor rapidez que muchos países europeos. En resumen, que aquello de repetir chistes, no nos aleje de ver y corregir nuestras propias carencias.

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