
La irrupción de la computación cuántica en el terreno de la criptografía ha dejado de ser una hipótesis lejana para convertirse en una amenaza certera.
En un reciente estudio, un equipo de investigadores chinos logró romper una clave RSA de 90 bits utilizando un ordenador cuántico D-Wave Advantage, un modelo considerado "de nivel medio".
Aunque el avance no supone aún la caída de los sistemas de seguridad actuales, plantea un escenario cuanto menos inquietante para el futuro cercano de las criptomonedas.
Este logro no es menor. La criptografía RSA es uno de los pilares de la seguridad en internet, y aunque Bitcoin no la utiliza directamente, el hecho de que un sistema cuántico pueda romperla marca un antes y un después.
El llamado Q-day —el día en que los ordenadores cuánticos puedan romper en minutos los algoritmos criptográficos actuales— ya no parece ciencia ficción, sino un horizonte cada vez más cercano.
Un avance cuántico que sacude los cimientos de la seguridad
El equipo liderado por el profesor Wang Chao, de la Universidad de Shanghái, no necesitó de un ordenador cuántico universal, sino de uno especializado en temple cuántico. Usando un enfoque híbrido, que combinó algoritmos clásicos con técnicas cuánticas, lograron factorizar una clave RSA de 90 bits. Aunque las claves actualmente empleadas en sistemas reales superan los 2.000 bits, esta investigación representa una señal de alerta.
El temple cuántico no es un algoritmo criptográfico en sí mismo, sino un método para resolver problemas de optimización. Se aprovecha de propiedades como la superposición cuántica y el efecto túnel para encontrar soluciones a problemas complejos con una velocidad que los ordenadores clásicos simplemente no pueden igualar. Esta tecnología, aplicada al campo de la criptografía, abre la puerta a ataques que antes eran impensables.
Qué implica este avance para Bitcoin
Bitcoin no utiliza RSA, sino ECDSA, un sistema basado en criptografía de curvas elípticas.Este tipo de encriptación, aunque diferente, también puede ser vulnerable a ataques cuánticos, especialmente si el desarrollo de algoritmos híbridos sigue avanzando. De hecho, si un atacante logra obtener una clave pública de una cartera —lo cual sucede en cada transacción— y dispone de un ordenador cuántico suficientemente potente, podría calcular la clave privada y vaciarla sin dejar rastro.
Por ahora, romper una clave ECDSA con tecnología cuántica sigue siendo una tarea extremadamente compleja. Pero el precedente marcado por el equipo de Wang sugiere que no se trata de una imposibilidad absoluta. Es solo cuestión de tiempo y recursos.
Un riesgo sistémico para la economía digital
El verdadero peligro no está solo en la tecnología, sino en las consecuencias económicas y sociales de su uso malintencionado. Si China o cualquier otra potencia logra desarrollar una capacidad sostenida para romper claves criptográficas, no solo Bitcoin estaría en peligro. Hablamos de cuentas bancarias, redes de comunicaciones gubernamentales, secretos militares y corporativos, todos potencialmente expuestos.
Además, la estructura descentralizada de Bitcoin representa una debilidad en este contexto. Cambiar su protocolo para adoptar criptografía postcuántica requeriría un consenso global entre mineros, desarrolladores y usuarios. Sin una amenaza inmediata, es casi imposible que ocurra. Y para cuando la amenaza sea inminente, puede que ya sea demasiado tarde.
La advertencia detrás del experimento de Wang
Aunque el experimento chino no ha roto directamente las defensas de Bitcoin ni comprometido las claves de seguridad más largas, sí ha puesto de manifiesto una inquietante realidad: los avances cuánticos podrían llegar antes que las soluciones.
El propio Wang lo deja claro al afirmar que la evolución de la computación cuántica puede adelantarse a las defensas desarrolladas por gobiernos y bancos.
El principal problema es la falta de algoritmos clásicos diseñados para sacar el máximo provecho a los ordenadores cuánticos disponibles. Esto implica que, aunque el hardware exista, todavía no se ha optimizado su uso.
Pero si un equipo logró lo que parecía imposible hace apenas unos meses, a un coste ridículo y sin tecnología revolucionaria, el margen de confianza se reduce considerablemente.
¿Una guerra fría digital a las puertas?
El avance chino no solo tiene implicaciones técnicas. También tiene un componente geopolítico importante. La computación cuántica se está convirtiendo en un nuevo frente de competencia entre potencias. Mientras Occidente busca proteger sus infraestructuras y desarrollar estándares postcuánticos, China avanza en silencio pero con resultados tangibles.
En este escenario, la destrucción de Bitcoin no sería un objetivo económico directo, sino una demostración de poder. La caída de la criptomoneda más importante del mundo podría provocar un colapso de confianza en todo el ecosistema financiero descentralizado, con implicaciones globales.
Incluso si no se ejecuta un ataque inmediato, el simple hecho de que sea posible genera desconfianza. En el mundo de las criptomonedas, donde todo depende de la percepción del valor y la seguridad, el miedo es una herramienta poderosa.