Plataformas online vs comercio de proximidad, ventajas y desventajas

Plataformas online vs comercio de proximidad, ventajas y desventajas
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La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, lo tiene claro, los ciudadanos deberían marcar una preferencia entre las plataformas y el comercio local en favor de estas últimas. Recientemente ha pedido los vecinos que "no compren en absoluto en Amazon ni estas grandes plataformas".

Desde la institución, en este caso el Ayuntamiento de Barcelona se establece una clara discriminación a las plataformas de venta online. La alcaldesa se justifica argumentando que "las plataformas que no solo no tributan, sino que no tienen ningún valor añadido en nuestra ciudad".

Es curiosa esta afirmación después de que enero conocimos que Amazon aumentaría su presencia en Barcelona con una nueva nave logística en de 10.000 metros cuadrados en Rubí (Barcelona).

Pero ¿hay argumentos para posicionarse en contra de las plataformas de comercio? Analizamos los puntos fuertes y débiles de las grandes plataformas de comercio online y la tienda física.

Amazon y las plataformas online, imprescindibles en la crisis del coronavirus

En primer lugar, la propagación global del coronavirus ha supuesto que muchos Gobiernos reaccionarán dictando cierres en varias ciudades del mundo, lo que ha afectado la actividad industrial y económica. En consecuencia, desde las propias instituciones públicas se ha obligado a los consumidores a concentrarse en gastos esenciales y mejorar el distanciamiento social, lo que a su vez los ha dirigido hacia estas plataformas como Amazon.

Todo ello ha provocado una serie interrupciones en las cadenas de suministro global, y Amazon y el resto de plataformas, han sido claros beneficiados ya que millones de personas han estado recurriendo a los mercados online para poder así realizar sus compras de bienes esenciales, como comestibles, alimentos o diferentes artículos entre los que se pueden encontrar medicinas en ciertos países. Como es lógico, sus las acciones de Amazon han integrado la fortaleza de la empresa, consiguiendo una subida acumulada del año del 68%.

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La crítica a Amazon y otras plataformas de mayor o menor tamaño carece de fundamento y más en esta crisis porque, de no haber existido, muy probablemente hubiéramos visto una contracción del consumo a un mayor, lo que supondría un deterioro económico más intenso que el visto. Es decir, mayor caída de PIB y mayor destrucción de empleo.

En el caso específico de Amazon, no solo no han destruido empleo sino que, en estos tiempos de incertidumbre en los que las empresas están recortando salarios y puestos de trabajo, han aumentado los sueldos y ha contratado a más trabajadores de almacén y reparto, para satisfacer el enorme e inesperado aumento de la demanda.

Las plataformas de comercio electrónico han ganado peso entre los consumidores con la crisis. Según el Observatorio Cetelem Consumo España, el 28% de los encuestados aseguran que el confinamiento ha cambiado su mentalidad en el momento de comprar "online", siendo los sectores de alimentación, moda y ocio los de mayor porcentaje de compras por Internet durante el confinamiento.

La disrupción del comercio online frente a la presencia física del comercio

Dejando de lado la coyuntura existente, lo cierto es que ya hace años que existe una tendencia de fondo a favor de el comercio online. Sus ventajas son su capacidad de llegar a clientes de todo el país (y más allá de las fronteras) a travésde los canales de logística, flexibilidad de los clientes para realizar las compras en cualquier momento, las empresas pueden segmentar mejor a los clientes y los clientes comparar más lo que evita que los precios se puedan tensionar.

En todos estos puntos, las plataformas sobrepasan las posibilidades de la tienda física, el comercio de toda la vida, pero lo cierto es que la tienda física tiene dos puntos a favor que aportan valor: una confortable experiencia de compra y un servicio postventa óptimo.

La experiencia de compra es uno de los puntos más valorados por los clientes. Es necesario que el cliente se sienta acompañado durante la compra para ver si la compra de un producto se adapta realmente a sus necesidades. En el supuesto de las compras de ropa, los clientes no pueden provarse las prendas, ni recibir ningún tipo de asesoría adicional. Las plataformas tratan de solucionar este problema con una política de devoluciones ágil y el desarrollo de tecnologías de realidad aumentada para tratar de competir.

A pesar de las mejores que han habido en los últimos años para ofrecer un servicio de postventa adaptado a las circunstancias del cliente, muchas veces las reclamaciones realizadas en algunas plataformas caen en saco roto, el diálogos eternos que dinamitan la experiencia de compra por no aportar una solución ante un problema en la venta.

Cada uno de ellos tiene sus puntos fuertes y débiles, por lo que es injusto que desde las instituciones se trate de criminalizarlos, pues cada cliente tendrá unas preferencias de compra, eligiendo libremente el canal que le aporta mayor valor.

El impuesto digital: la estigmatización para las grandes plataformas

El hecho de que las instituciones estén en contra de las grandes plataformas no es algo nuevo. El propio Gobierno de Sánchez ha sido el impulsor del Impuesto sobre Determinados Servicios Digitales.

Este impuesto se ha creado con el objetivo de gravar determinadas operaciones de la economía digital que actualmente no tributan, estableciendo un tipo del 3% a los ingresos generados por servicios de publicidad en línea, servicios de intermediación en línea y la venta de datos obtenidos a partir de información proporcionada por el usuario, si bien únicamente afectará a empresas con ingresos anuales mundiales de al menos 750 millones de euros e ingresos en España superiores a 3 millones de euros.

Este impuesto solo tiene una consecuencia, se terminaría trasladando los efectos negativos del impuesto sobre a los anunciantes, vendedores y, en última instancia, a los consumidores, que tienen pocas alternativas en términos de proveedores de servicios digitales.

En un 2021 cargado de incertidumbres poner, en última instancia, una losa sobre las pymes a través de este impuesto supone agravar la situación que han estado viviendo y enmascarar una eventual recuperación.

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