El sector de la tauromaquia no es un sector cualquiera, pues es uno de los que más se encuentra condicionado por la acción política de una administración, a través de las subvenciones, o la prohibición de sus festejos en determinados ámbitos geográficos.
En las siguientes líneas repasaremos cómo ha estado evolucionando en los últimos años el interés en este tipo de espectáculos y cuáles son los privilegios y reestricciones que cuenta su actividad.
El sector del toro y su decadencia
Atendiendo a los datos del Ministerio de Cultura y Deporte, el número de los festejos taurinos han ido menguando en los últimos años. Si en el año 2013 se celebraban 1.858 eventos, a cierre de 2017 (último año de referencia) se festejaron 1.553 espectáculos, lo que representa una caída del 17% en un lustro. Y si la referencia la extendemos a una década, la caída de los festejos es de un 58% (3.651 festejos celebrados en 2007).
La justificación de esta caída en los últimos años viene dada por un mix de causas. En primer lugar, con la crisis todos los espectáculos han sufrido un fuerte retroceso debido a que se ha contraído el gasto en el ocio que es uno de los menos prioritarios dentro del presupuesto familiar.
Pero esto no lo justifica todo, ya que con la recuperación económica, los festejos han seguido su declive. Y es que en España se está produciendo un cambio cultural en los últimos años, con una mayor sensibilización por este tipo de espectáculos, por la implicación animalista, que finalmente han llevado a una desafección por parte del público.
También nos encontramos con un hecho diferencia al resto de sectores, y es que el sector taurino está especialmente vinculado a criterios políticos, por ello, algunos gobiernos de las administraciones en el territorio español han dado la batalla para la prohibición de este tipo de espectáculos.
Por ejemplo, Canarias los tiene prohibidos desde 1991 y la última gran batalla se dio en Cataluña que en el año 2010, la Generalitat, liderada por José Montilla, prohibió las corridas de toros, aunque blindó los correbous. En 2016, el Constitucional anuló dicha prohibición y, según la Fundación del Toro de Lidia (FTL), volverá este año en Cataluña en la plaza de Olot (Gerona).
Desde las Islas Baleares si bien no se prohibió las corridas de toros, se impidió darle muerte al astado, una manera de sortear al Tribunal Constitucional y no seguir con el ejemplo catalán. Sin embargo, a finales de 2018, el Constitucional dictó la suspensión de varios puntos de la ley: la prohibición de matar al animal, la de utilizar banderillas o cualquier objeto punzante que pueda producir daño al toro
También uno de los eventos más reconocidos en la tauromaquía fue suprimido, el Toro de la Vega. La Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León en Valladolid impidió al Ayuntamiento de Tordesillas el permiso correspondiente porque quedaba fuera de la nueva normativa.
Como contrapunto, el toro está muy presente en otras comunidades. El 22% se celebran en la comunidad autónoma de Andalucía, seguido de la Comunidad de Madrid, con el 18,9%, y de las comunidades autónomas de Castilla-La Mancha y Castilla y León, que acogieron el 14% y el 13,7% de este tipo de festejos respectivamente.
Con relación a la asistencia a espectáculos taurinos, se elabora una estadística oficial por la Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales que determina, con una muestra de 16.000 personas, que un global de 9,5 de espectadores asistieron a espectáculos taurinos. A tenor de estos datos, si dividimos el global de personas que asistieron a espectáculos taurinos entre el número de festejos, obtenemos una cifra de 6.117 asistentes por evento.
En comparativa, las cifras del sector de la tauromaquia quedan muy por detrás del resto de espectáculos: Visitaron museos (40,5 millones), asistieron al teatro (31,2 millones), asistieron a conciertos (40,9 millones) y asistieron al cine (58,7 millones).
La mano política condiciona la rentabilidad del sector
Si nos dirigimos al Registro General de empresas ganaderas de reses de lidia, observamos que actualmente están listadas 1.337 empresas. Es una cifra que se ha mantenido sin apenas cambios en los últimos años debido a que si observamos las cifras de 2013, las empresas inscritas en el registro eran 1.341.
Si hemos visto el número de espectáculos ha ido descendiendo en los últimos años y, a su vez, se mantienen el global de empresas en el sector, la pregunta que nos viene a la cabeza es ¿Cómo lo hacen? Probablemente, la respuesta reside en una la mano política que está especialmente presente en este sector y su rentabilidad dependerá de no solo la capacidad de atraer público sino de ser beneficiario del presupuesto público.
Según los Presupuestos Generales del Estado que ha presentado Pedro Sánchez, se asigna una cantidad de 35.000 euros a la Fundación del Toro de Lidia. Este importe es exactamente el mismo que en los Presupuestos Generales que presentó Mariano Rajoy. La cantidad se justifica por "para la compilación del conjunto de conocimientos y actividades artísticas, creativas y productivas que integran la Tauromaquia como patrimonio cultural y su difusión en el entorno digital".
Pero ¿es el único importe que recibe el sector? No. Las diferentes comunidades autónomas, diputaciones y municipios, incluso desde la política europea, han sido pilares fundamentales para sostener las empresas del sector.
Según el informe ANOET recoge que nos recoge las cifras del año 2013 y solo cuatro Gobiernos autonómicos invirtieron en el fomento de la Tauromaquia. Andalucía, Aragón, Comunidad Valenciana y Madrid destinaron un total de 3,01 millones de euros a esta actividad, un 0,3% de sus. En el caso de la Comunidad de Madrid, se presupuestaron 1.410.851 euros para el programa de Asuntos Taurinos.
Por otro lado teníamos 130 millones que venían dados por la mano europea, a través de la Política Agrícola Común (PAC). De hecho, a raíz de esta situación, el Partido Animalista holandés consiguió que el Parlamento Europeo apoyara a mediados de 2018 su propuesta de cerrar el grifo las subvenciones que recibían los ganaderos por la cría de toros de lidia para los festejos taurinos.
También hay otros privilegios para el sector del toro como es el IVA reducido del 10% para todos los espectáculos taurinos, a través de la Ley 3/2017, de 27 de junio, que fue reducido en el año 2017 desde el tipo impositivo del 21% anterior.
¿Y si desaparcieran las subvenciones?
Subvencionar cualquier actividad económica implica que los clientes no son los únicos que sostienen las empresas que forman el sector sino que se extrae recursos de un público que discrimina dicha actividad por cualesquiera que sean sus razones.
Como hemos visto, es cierto que existen restricciones en el mundo del toro por la mano política pero también, al mismo tiempo, vemos como este sector consigue beneficiarse de los presupuestos públicos para su sostenimiento a pesar de la caída del número de espectáculos en los últimos años.
Deberíamos preguntarnos qué sucedería en un supuesto en el que exclusivamente fueran los clientes aquellos que financiarán su actividad, lo que significa eliminar subvenciones y proteccionismos políticos al sector ¿Conseguiría mantenerse el sector?
Como todo sector que vive a expensas de las subvenciones, siempre se argumenta lo mismo: el empleo que se gener... No se pueden eliminar subvenciones y privilegios porque, consecuentemente, se destruirían miles de puestos de trabajo. En el caso del sector del toro, tiene vinculados 10.959 empleos de profesionales taurinos.
Sin embargo, tendemos a olvidar el coste de oportunidad que representa una subvención. En otras palabras, todas aquellas actividades que podríamos estar realizando en materia de innovación, mejora de los actuales sectores productivos, que generarían sus propias ramificaciones de creación de un empleo más acorde a las necesidades de los consumidores.