¿Es viable socioeconómicamente trasladar toda una megalópolis?: Yakarta no tiene alternativa

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Desafíos en la vida y en la socioeconomía hay muchos y muy (muy) variados. Y no sólo están los desafíos en los que nos implicamos voluntariamente, también hay desafíos mayúsculos en los cuales el devenir nos va irremisiblemente embarcando sin alternativa posible. En éstos últimos el desafío es doble, puesto que además solemos contar con una capacidad de maniobra habitualmente mucho más reducida, y que viene impuesta por el desarrollo de acontecimientos sobre los que tenemos poca influencia (o ninguna).

Así está siendo en un desafío mayúsculo que ha saltado a las portadas hace unos días: Yakarta, la populosa capital de Indonesia, no puede seguir donde está actualmente y proyecta su traslado masivo. Sí, como leen, toda una ciudad de 10 millones de habitantes como Yakarta no tiene más alternativa que hacer las maletas y mudarse, en lo que supone todo un experimento de campo de lo que es la vida urbana, sus necesidades, y las implicaciones últimas (incluidas las socioeconómicas y las técnicas/tecnológicas) en una gran megalópolis del siglo XXI.

Trasladar capitales: toda una tendencia en los cambios sobrevenidos a lo largo de la Historia

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Hay que empezar diciendo que, a lo largo de la Historia, los traslados de capital ni son anómalos, ni son infrecuentes. De hecho, es algo que a veces ocurre con cambios de régimen, invasiones por potencias extranjeras, cambios socioeconómicos de gran calado, desastres naturales o, por qué no incluirlo, por simple capricho de los poderes dictatoriales y, en otras épocas, absolutistas.

Así por ejemplo, podemos remontarnos al traslado itinerante y sin residencia fija de la corte de la Corona Castellano-Aragonesa que tuvo vigencia durante el reinado de los Reyes Católicos, que durante varios años establecieron su corte y su séquito en la “Ciudad de las tres culturas” (cristiana, judía y musulmana): Toledo. Posteriormente, ya en el siglo XVI (1563), volvimos a ver cómo bajo el reinado de Felipe II se trasladaba la corte (de lo que ya era la España imperial) de Toledo a la Villa y Corte en la que se convirtió la actual capital de España, la hoy cosmopolita y abierta Madrid.

En lo que se refiere a las motivaciones de otros tipos de traslados, podemos sacar a colación por ejemplo el cambio de la capital de Francia que los nazis hicieron al invadir el país en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, cuando el colaboracionista Régimen de Vichy situó la capital del país en la provinciana Vichy en detrimento de la “Ciudad de la Luz”, la romántica Paris. Al hilo de la Segunda Guerra mundial, igualmente importante fue el traslado en la destruida y dividida Alemania de su capital de Alemania Occidental de Berlín a Bonn tras la ocupación soviética de la RDA y el reparto de Europa entre Stalin y las potencias occidentales, que dejó a Europa del Este bajo el férreo bastón de mando de la URSS. Más recientemente, y tras la reunificación alemana, de nuevo la capital de Alemania se trasladó de Bonn a Berlín.

Este gran movimiento ya nos dejó interesantes experiencias y registros econométricos, con consecuencias socioeconómicas de gran calado. Entre ellas está el haber provocado un boom inmobiliario muy relevante en la que fue de nuevo la capital de Alemania, o haber cambiado de forma muy significativa la mentalidad media de aquella Berlín socialmente trasgresora y alternativa, tras haberle inyectado decenas de miles de servidores públicos “a la antigua usanza” de Bonn, habitualmente con una mentalidad mucho más tradicionalmente alemana y, por qué no decirlo, de color mucho más gris que una ciudad que se enorgullecía por movimientos sociales y okupas como el famoso Tageles (inciso: mera puesta en contexto sin juzgar ni el movimiento okupa ni el modelo capitalista tradicional: simplemente se expone el clima pre-existente en la ciudad alemana y cómo la mudanza lo transformó).

Pero, a pesar de todos los incisos históricos anteriores, y de que todos estos traslados fueron un tema mayúsculo en su época, debo decirles que no tuvieron ni aún en su momento nada que ver con la dimensión del reto que abordan ahora las autoridades indonesias con el traslado de Yakarta. La principal diferencia, aparte de las reseñadas antes referidas a lo compleja y dependiente que es la vida urbana del siglo XXI, es que en todos estos cambios históricos simplemente se mudaba la capital administrativa de una ciudad existente a otra ciudad existente. Por lo tanto, la mudanza tenía lugar conservando la ciudad saliente su carácter de ciudad y todos sus servicios, y teniendo la entrante también mayormente todos ellos. Pero ahora hablamos de algo totalmente distinto: coger una ciudad entera en toda su extensión administrativa, geográfica, empresarial y personal, y trasladarla tal cual a un nuevo emplazamiento. Casi nada.

Los precedentes en China de traslados masivos de ciudades con millones de habitantes

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Efectivamente, no es lo mismo trasladar la capitalidad de una ciudad a otra, lo cual sólo incluye realmente el traslado de una mini-ciudad burocrática y ministerial dentro de la propia ciudad de origen, y conservando tanto la antigua como la nueva capital todos sus otros servicios durante el proceso de traslado, que hacerlo con una ciudad entera de 10 millones de habitantes en pleno siglo XXI, cuando ciudadano y ciudad están tan estrechamente unidos como en pocos periodos anteriores de la Historia: y si hablamos ya de ciudades inteligentes y la actual imbricación de la tecnología, entonces ya debemos decir un preocupante “como no ha ocurrido nunca antes en la Historia de la Humanidad”.

Pero sin acabar de ser lo mismo en todo su alcance, sí que hay ya algún caso reciente que sí que guarda algo más de similitud en su orden de magnitud con el traslado masivo de Jakarta. El hecho es que, en la China comunista, en donde su estado con poder cuasi-absoluto puede hacer y deshacer sobre la vida de sus ciudadanos sin que literalmente tengan derecho ni siquiera a rechistar, sí que ha habido traslados forzosos de ciudades enteras y con millones de habitantes de por medio. Y por cierto, este tema de los traslados forzosos, lógicamente es objeto investigación y defensa de los derechos de los afectados por parte de organizaciones internacionales como Amnistía Internacional, que ya ha emitido información abundante sobre cómo en China la gente es forzada a desplazarse en masa a otra ciudad y con compensaciones que son de todo menos una compensación real, habiéndose llegado frecuentemente a recurrir incluso al uso de la violencia. Imaginen cómo estará la cosa que desde la organización califican la tendencia abiertamente como una epidemia.

Violación de los derechos de los ciudadanos aparte, como decíamos, en China hay varios casos reseñables. Entre ellos se encuentran las migraciones de varias ciudades de tamaño relevante que el gobierno chino efectuó para la construcción de la mastodóntica presa de las Tres Gargantas. Esta obra de ingeniería faraónica es el mayor proyecto hidroeléctrico del mundo y de la Historia, y ha venido siendo un tema recurrente enarbolado por las autoridades chinas para enaltecer el orgullo nacional durante los 19 años que ya dura el diseño y la ejecución. Pero este proyecto también tiene sus daños colaterales, que, como informaba el New York Times, son que ha conllevado el desplazamiento forzoso y permanente de 1,4 millones de personas.

Lo cierto es que, en una China con un panorama informativo más hermético que una cápsula espacial, no hay apenas información disponible ni rigurosa sobre el impacto socioeconómico real y final de todos estos movimientos masivos de población que ha venido realizando el gobierno chino desde hace décadas. Muy probablemente con el fin de censurar el descontento popular, y frenar espirales de resistencia activa de los desplazados, apenas se pueden encontrar datos de lo que estos traslados han supuesto en última instancia. Es lo que tiene que se trate de un país sin libertad de prensa: que sólo se oyen (y sólo se escuchan) las voces que interesan al aparato del estado.

Tampoco creo que, dados los precedentes, al gobierno chino le importen sobremanera los grandes inconvenientes que esos ciudadanos trasladados forzosamente hayan podido llegar a sufrir durante todo el proceso, motivo por el cual desde instancias oficiales ni siquiera se habrán molestado en recabar un mínimo de información estadística y econométrica reseñable. Sin embargo, de lo que sí se dispone de algo de información, y seguramente es debido a la gran importancia que tiene a nivel macroeconómico para la sostenibilidad a largo plazo del modelo socioeconómico chino y de su actual sistema socioeconómico, es sobre las también masivas migraciones campo-ciudad.

Estos traslados masivos de población son un factor socioeconómico de primer orden

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Si bien no es un caso estrictamente esclarecedor de cara al traslado masivo de una ciudad a otra, pues el traslado y provisión de servicios es mucho más sencilla en comparación con el caso de traslados en bloque de ciudades enteras, y la casuística tanto de estos inmigrantes como de las ciudades de acogida es radicalmente diferente, la realidad es que esas masas de población emigradas (a veces también forzosamente) del campo a la ciudad han hecho proliferar importantes bolsas de descontento popular en los cinturones de las grandes conurbaciones chinas.

Simplemente reseñar aquí que el descontento social en estas bolsas poblacionales se ve en cierta manera como una potencial amenaza para el régimen comunista, y de hecho las autoridades del país las someten a un seguimiento exhaustivo para evitar que se propague ese incipiente descontento popular como un reguero de pólvora, que podría llegar a amenazar con desestabilizar incluso un férreo sistema como el del gigante rojo. Todo este tema es una demostración más de la relevancia socioeconómica que tienen este tipo de traslados, y que aplicarán igualmente a Yakarta. Y que conste que en China este tema también parece ir para largo, puesto que, aunque no se puede negar que el ritmo se ha aminorado (o incluso detenido en algunos casos) al calor de la reciente ralentización de la economía china, lo cierto es que, al menos públicamente, las autoridades del país siguen teniendo a día de hoy planes tangibles de movimientos masivos de población.

Otros casos en China de traslados masivos de población con relevancia socioeconómica pueden ser los planes que anunció el gobierno chino en su día para crear una megalópolis en los alrededores de Pekín para dar cobijo a 130 millones de habitantes, o cómo China ha estado optando por “reclutar” campesinos para conseguir poblar de alguna manera esas ciudades fantasmas que la ralentización del boom inmobiliario ha dejado en varios puntos geográficos del gigante asiático.

Sin justificar en absoluto las condiciones en las que estos traslados forzosos y totalitarios tienen lugar en China, lo cierto es que también hay que citar que el coloso comunista se enfrenta a un gran problema en el que convergen planificación nacional, urbana y poblacional. Como bien saben nuestros lectores más habituales, en ese concepto de socioeconomía que acuñamos desde estas líneas, los asuntos demográficos y poblacionales ocupan un lugar muy destacado, principalmente por sus efectos masivos sobre la economía y sobre el bienestar de sus ciudadanos, así como por el hecho de que son retos a resolver en el largo plazo, y sin apenas capacidad de maniobra en el presente.

Así, en una China con casi 1.400 millones de habitantes, en una China con más de 100 ciudades de más de 1 millón de habitantes, y en una China con megalópolis como Shanghai o Pekín con decenas de millones de ciudadanos, realmente la planificación urbana y poblacional es un tema muy muy muy espinoso. Las consecuencias están a la vista, y la radiografía poblacional de la China de los 80 y 90 y la actual ha cambiado radicalmente, hasta el punto de que China ahora ya tiene más población urbana que rural. Pero, por los puntos ya expuestos, debe ser un caso previo de estudio en el tema de hoy, y de él los regidores de Indonesia deberían extraer unas cuántas conclusiones y experiencias con salsa agridulce de vital importancia para el traslado de Yakarta.

Y llegamos a… Yakarta: la megamudanza de 10 millones de personas (o más bien de 40 millones)

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Pues sí, tras la puesta en antecedentes, y la exposición de los casos precedentes, le toca el turno a esa Yakarta que es la verdadera protagonista de hoy. El traslado de Yakarta es de esos desafíos socioeconómicos que les citaba al principio a los que nos vemos forzados. Y es que, como informaba El Español en la noticia enlazada al comienzo, la ciudad indonesia fue construida fatalmente desde sus primeras fases sobre una gran e inestable marisma. Con ello, la ciudad lleva años luchando contra un proceso de progresivo hundimiento para el que no hay solución arquitectónica, y que ya no es sostenible ni se puede eludir durante más tiempo: el ritmo actual de hundimiento llega a ser en media de entre 10 y 15 centímetros anuales. Ello ha sentenciado a la ciudad a frecuentes y graves inundaciones, a severos problemas arquitectónicos y estructurales, y a un sinfín de problemas cuyo padecimiento ya no se puede extender más en el tiempo.

Como bien explicaba El Español, el boom económico que han traído al país y a su capital las últimas décadas, sólo ha agravado el problema. El tema es que la construcción, y por lo tanto el peso de la carga asentada sobre la marisma, no ha parado de crecer, igual que lo han hecho las prospecciones y drenajes de los acuíferos subterráneos. Al extraer el preciado oro líquido del subsuelo, éste pierde sustentabilidad y consistencia, y con el encima mayor peso asentado sobre la superficie, el hundimiento todavía se vuelve más grave y se produce más rápidamente, amenazando con la posibilidad real que la ciudad sucumba y se desmorone sobre sí misma en cualquier momento. Y aunque no se desmorone, sólo por el hundimiento los expertos ya prevén que en 2050 un tercio de la ciudad esté ya bajo las aguas del mar… como para encima hablarles del cambio climático y la subida de las aguas.

Así, el presidente del país ha planteado ya la “solución final” de construir una nueva capital en la isla de Borneo, que de forma progresiva irá albergando a toda la población que se vaya desplazando desde Yakarta. Las cifras asustan, y el presupuesto asciende a la “mágica” cantidad de 33.000 millones de dólares. Pero lo más chocante de todo es que, tal vez sea por la extrema urgencia del asunto, las autoridades estén planteando acometer el proyecto durante un plazo de tan sólo 5 años.

De nuevo, las cifras asustan, y es que, sólo como aproximación, en esos 5 años se trasladan los 10 millones de habitantes de la ciudad, así la media da que se mudarán más de 166.000 personas al mes. Y eso todos los meses de forma consecutiva hasta llegar a 60. Casi casi casi nada. Y la cosa no queda ahí, no. Si bien en la propia Yakarta la población son esos 10 millones citados, la realidad de la megalópolis asiática es que en el área metropolitana de Yakarta viven nada más y nada menos que 40 millones de habitantes. De la misma manera que en toda área metropolitana, al vivir y trabajar los cinturones poblacionales circundantes como parte de la ciudad propiamente dicha, su dependencia acaba siendo prácticamente total en ambos sentidos, por lo que es de esperar que los trasladados totales sean en realidad esos 40 millones de ciudadanos en conjunto. Asumiendo que por lógica los plazos para el traslado de los cinturones tan dependientes debería ser más o menos el mismo, ello arroja una nueva cifra absolutamente masiva de la mudanza de en torno a unos 666.666 habitantes por mes… Efectivamente se trata de una cifra ciertamente endiablada.

El verdadero "charquito" de arrozal en el que se está metiendo Indonesia más allá de la marisma que abandona

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Alguno pensará que el proceso que van a sufrir los yakarteses no pasa mucho más allá de una de las mudanzas que todos hemos tenido que hacer a lo largo de nuestras vidas, en las que (casi) la única disyuntiva pasa entre enfrascarte tú en la tediosa tarea, o contratar una compañía especializada por un módico precio (sudado hasta el último euro, por cierto). Pero el tema de hoy no es ni mucho (muchísimo) menos así. Esto no es simplemente mudarse de una casa a otra, ni tan siquiera es mudarse de casa y trabajo a la vez; lo de los yakarteses es literalmente mudarse de vida (casi) al completo, y no sólo una única vida, sino las vidas de decenas de millones de personas de una sola vez y en un corto espacio de tiempo.

En las dimensiones espacio-temporales está la clave de la particular Teoría de la Relatividad de la mudanza a la que se enfrenta Yakarta, cuya masa urbana y de hormigón los jakarteses están a punto de perder en la marisma, y sin ni siquiera saber si va a ser a cambio de la misma masa en el nuevo emplazamiento, o ni tan siquiera a cambio de energía como reza la universal ecuación de Einstein E=m*c^2... Desde luego, energía energía no creo que les quede mucha después del tamaño proceso de mudanza, que sin duda les va a dejar exhaustos tras meses de dificultades e incomodidades que prometen ser mayúsculas.

Y tanto esa situación de cansancio, como las incomodidades, como la imposibilidad de hacer ciertos trámites o actividades del día a día, o que las empresas no puedan desarrollar su actividad económica con normalidad, etc. van a tener un impacto socioeconómico nada desdeñable, y que además se va a alargar como mínimo durante los cinco años planificados para la concurrida mudanza. Supongo que nadie se ha puesto a echar números teniendo en cuenta estos factores, pero no porque muchos sean imponderables (que lo son), sino por la sencilla razón de que no tienen alternativa posible en una ciudad que se hunde por momentos.

Porque la comparación con esos otros casos históricos de grandes mudanzas de urbes y capitales que les hemos expuesto antes tampoco puede ser admitida a trámite como ejemplo a imitar: estaríamos comparando peras de agua con peras conferencia. Lo que ya resulta infinitamente más procedente (que no equiparable) es la comparación con los casos de mudanzas de urbes chinas, que están siendo también de un orden de magnitud similar (aunque sensiblemente inferiores en números absolutos) y de urbes al completo. Efectivamente, Indonesia debe fijar en este caso su atenta mirada más didáctica sobre China, más que nada porque es lo único que tiene a día de hoy.

Pero las analogías entre ambos casos no los son al 100% ni siquiera en comparación con el caso chino, en donde el estado todopoderoso muda a quién quiere y como quiere, y donde te podrían obligar a cambiarte hasta la muda cuando al burócrata comunista de turno le plazca. Y es que en procesos tan disruptores (e incluso ciertamente dramáticos en demasiados casos) como unas mudanzas de millones de personas, la capacidad de hacerlo "por las bravas" es una variable con una influencia mayúscula sobre los plazos y el resultado final del proceso. Una opción con la que China cuenta en su arsenal socioeconómico, pero que en Indonesia tiene muchos más matices y obvios límites.

Por otro lado, está el tema de la capitalidad de la propia Yakarta. No es tampoco un tema menor, puesto que una capital de un país por norma habitual suele tener un grado de complejidad adicional nada desdeñable. Y lo decimos no sólo por los volúmenes poblacionales, sino más bien por el número de oficinas centrales de empresas, infraestructuras críticas y no críticas, centros de datos esenciales para la vida de los ciudadanos de todo el país, administraciones cuya función del día a día es esencial para cualquier indonesio, etc etc. La complejidad añadida de mudar una capital, en comparación con las ciudades provincianas (aunque de millones de habitantes) de China, marca una clara y abultada diferencia, que reduce el caso chino a un mero caso de estudio, que puede que arroje algo más de luz sobre Yakarta, pero que no dará la solución completa (ni de lejos) a todos los retos y dificultades a los que se van a enfrentar los yakarteses.

Y eso por no hablar de lo complejas que son las ciudades de hoy en día y... también lo compleja que es la vida de sus ciudadanos. Puede que algún lector no esté de acuerdo, pero sin irnos muy atrás, si le mostrasen a ustedes mismos en los 80 lo que es nuestra vida de hoy y todas las cosas que somos capaces de hacer en unas horas principalmente gracias al uso de la tecnología, no se lo iban a creer ni recitando el Credo en versión "techie". El impacto es proporcional a la complejidad, además de serlo también la imprevisibilidad del mismo.

Y es que nuestra vida de hoy en día es extremadamente dependiente de la ciudad y sus servicios (trabajo, colegios, guarderías, servicios administrativos, compras, etc.), aunque muchas veces ya ni nos demos cuenta de ello en el fragor del día a día. Somos igualmente dependientes de toda la tecnología que subyace bajo (y sobre) esos servicios. No sólo es cuestión de la dependencia de ciudadanos de la sociedad tecnológica, es también una cuestión de muchas empresas que ya se han transformado digitalmente o están en pleno proceso, y cuyas dependencias inevitables de servicios públicos y de otras empresas son vitales para ellas mismas y para la vida en la propia ciudad. Así pues, vamos a asistir a la histórica primera mudanza de una ciudad tecnológica... o incluso en muchos aspectos y manzanas físicas de Yakarta ya sea incluso la mudanza de toda una ciudad técnica, de esas cuyo futurista advenimiento les venimos vaticinando desde hace algunos años.

Y añadiendo un grado de geografía y de estructuración del territorio nacional, tampoco podemos dejar de decir que esto no se trata únicamente de una mudanza de la ciudad en sí misma, sino que lo es de toda la infraestructura y la realidad socioeconómica que la rodea, y que alcanza hasta (casi) el último rincón del país, muchos de cuyos ciudadanos seguramente tienen que viajar con frecuencia a la capital por unas redes de transporte que deberán ser reconfiguradas alrededor del nuevo emplazamiento elegido. Y es que obviamente, en todo país, el territorio nacional se estructura en un grado relevante en torno a su capital: carreteras, infraestructuras ferroviarias, redes de suministro eléctrico y de aguas, corredores aéreos, empresas que eligen su ubicación en ciudades circundantes por tener a la capital "a tiro" de viaje en el día, etc.

Así, no es sólo la mudanza de una ciudad, es literalmente la reconfiguración de buena parte de la estructura socioeconómica y de infraestructuras de todo un país. De retos creo que, en este caso, no andan faltos los indonesios en su conjunto. Vamos a aprender todos un montón con esta valiosa experiencia sobre el terreno. Y eso sin entrar siquiera en que habrá numerosos casos en los que no bastará con derribar y construir un nuevo edificio en la nueva ciudad, sino que hay edificios que forman parte del patrimonio histórico, y que deberían ser trasladados piedra a piedra de manera escrupulosa.

Esto equivale en términos técnicos a lo que ya se hiciera por ejemplo en la construcción de la presa de Asuán en Egipto, siendo el templo de Debod de Madrid un regalo de las autoridades egipcias a España por haber ayudado en aquella colosal obra que obligó a trasladar decenas (o más bien centenares) de templos. Y como curiosidad simplemente citar que aquella mudanza incluyó la del celebérrimo Abu Simbel, para el cual, por cierto, los "avanzados" ingenieros del siglo XX no fueron capaces de igualar la precisión de los ingenieros egipcios de hace más de 3.000 años.

Así, hoy el sol entra a la sagrada cámara del santuario de Abu Simbel unos cuantos segundos después de aparecer por el horizonte, cosa que los "arcaicos" ingenieros egipcios consiguieron con una precisión temporal y espacial absolutamente sorprendente (y enigmática). En su emplazamento original, la estructura y configuración espacial del templo quedaba sincronizada a la perfección, tanto astronómica como arquitectónicamente a un mismo tiempo, y desde 61 días antes hasta 61 días después del solsticio de invierno los primeros rayos solares del día que salen por el horizonte penetran atravesando la oscuridad de bastantes metros de pasillo hasta la cámara del santuario, situado al fondo del templo. Así, acaban iluminando mágicamente tres de las cuatro estatuas allí ubicadas, con la medida excepción de la estatua del dios Ptah, el dios relacionado con el inframundo que siempre permanecía en la intencionada penumbra.

Pues bien, igualmente, con los edificios históricos de Yakarta, la ingeniería del siglo XXI puede encontrarse con errores de cálculo similares. Al final, el mastodóntico reto que suponen las tareas de nueva construcción propiamente dichas, con millones de toneladas de hormigón a fraguar, casi parece el menor de los problemas que pueden surgir a los indonesios.

Y por último, simplemente apuntar al reto también mayúsculo en la dimensción más personal. Por muy personal y familiar que resulte, esta dimensión es un reto logístico en toda regla, y que va a afectar a la vida del día a día de muchos ciudadanos y de muchas familias, cuya vida familiar en las grandes urbes ya era suficientemente compleja de gestionar cada día de la semana. Hay que tener en cuenta que, aunque el traslado va a se gradual, y seguramente por barrios, esto no es una solución viable para muchos yakarteses.

Efectivamente, no se antoja nada sostenible abodar la separación de administraciones, empresas y familias durante esas transiciones por barrios, y será una situación lamentablemente frecuente que una familia pueda perfectamente encontrarse con su vivienda todavía en la antigua Yakarta, y el cole ya mudado a la nueva Yakarta; si en la combinatoria además añadimos el trabajo de los progenitores al trio calavera de la planificación diaria, la cosa ya se torna siniestramente inabordable con millones de casos a tener en cuenta a un tiempo. Aquí va a haber muchas situaciones irresolubles para muchos.

Este artículo está planteado en términos de meros retos (aunque ciertamente desafiantes) para una ciudad tan lejana como Yakarta, motivo por el cual los problemas de los yakartenses pueden no despertar mucha solidaridad por parte de algunos, ya que realmente esos problemas no nos impactarán en España directamente. Pero aquí debo hacerles notar que la vida muchas veces te devuelve la falta de empatía con padecer lo mismo con lo que no te sentiste solidario, y éste puede ser otro de esos aleccionadores casos. Y es que el reciente desarrollo de los acontecimientos climáticos, sólo puede hacernos ver que ya podemos ir aprendiendo de Yakarta, porque cada día que pasa es más probable que, en algún momento, acabe subiendo en todo el planeta el nivel de los mares y océanos de manera importante. Así pues, como mínimo, barrios enteros tendrán que hacer las maletas y mudarse.

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Los científicos, sí, esos que ya predijeron un cambio climático que casualmente ha ocurrido ya en los plazos que planteaban, pero que ahora otros justifican que no ha sido por los gases efecto invernadero, parece ser que ahora apuntan a que, si el mar no ha subido de nivel por el momento, es simplemente porque lo que ha pasado por ahora es que el suelo oceánico se está hundiendo. Y lo hace precisamente por el mayor peso de masa líquida derretida de los casquetes polares, otro extremo que también predijeron (aunque este efecto ya era mucho más previsible). Por lo pronto, las Maldivas ya van comprando terreno a salvo de las aguas en otros países, e incluso se están planteando la construcción de nuevas islas artificiales para poder seguir siendo una entidad territorial, y poder seguir explotando su fama y negocio turístico más internacional. Pero, tristemente, detrás vendrán bajo las aguas la bellísima Venecia, los industriales Países Bajos, la icónica Nueva York, la turística Barcelona, incontables islas-paraíso salpicadas por los mares de todo el planeta, etc. etc. etc.

Por cerrar con un aspecto positivo del caso de estudio de Yakarta, y albergando la cada vez más remota esperanza de que podamos revertir la catástrofe climática, podemos decir que a lo que se enfrentan los indonesios no sólo es un reto, sino también una gran ventaja para el resto del mundo. Poder partir en pleno siglo XXI de cero en el diseño de una ciudad, adaptando su diseño a las necesidades de hoy, constituye una ocasión única para aprender mucho (muchísimo) de socioeconomía y de la vida urbana del siglo XXI, así como también de muchos otros aspectos de nuestra realidad económica. Puede ser que en la vida y en la socioeconomía a veces cometamos errores impredecibles, que pueden incluso acabar teniendo efectos devastadores, pero lo que nunca nunca nunca debemos hacer es rendirnos ante ellos y, lo que sería peor, dejar de aprender tanto de los errores como de los aciertos propios y ajenos. Y ahora, para todos los telespectadores, en sus pantallas, la mudanza de Yakarta. Que Dios (o quién sea) les coja con tejados.

P.D.: Y perdonen por la extensión de este análisis, que me habría gustado que no les hubiese quitado tanto tiempo, pero este tema ha resultado finalmente ser tan complejo, que hemos preferido hacer nuestro trabajo rigurosamente, y analizar todas las implicaciones más relevantes de este ejemplificador caso. Siéntanse libres de leer nuestros artículos haciendo un poco de scroll rápido en algún momento si van escasos de tiempo, y gracias por esos trocitos de su vida que dedican a leernos y a participar en esta comunidad.

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