Mucho hemos hablado por estas páginas de la mochila austríaca. Básicamente es un sistema de indemnización por despido que acompaña al trabajador. En lugar de que la empresa indemnice al trabajador por el despido, hay una cuenta individual que acompaña al mismo a lo largo de su vida laboral. Si se cambia de empresa, le acompaña, y se puede usar el dinero ante un despido o ya en la jubilación.
La idea es buena, ya que fomenta la movilidad (mucha gente no se cambia de empresa por llevar muchos años y perder "su derecho" a ser indemnizado). Y además reduce los costes del despido a las empresas (lo cual puede fomentar contrataciones). Ciudadanos ha propuesto el modelo en el pasado y ahora da un paso al frente para introducirlo en una reforma laboral. Sin embargo no todo es de color de rosas.
Los coqueteos del PSOE con la mochila austríaca
En España hemos tenido ya en nuestra legislación la mochila austríaca. En la reforma laboral del PSOE presentada en 2010 se introdujo, pero con un periodo transitorio. La idea es buena ahora y era buena entonces, pero quedó en nada.
En la reforma de 2010 se creó este sistema pero se estableció que el fondo individual de capitalización por despido fuera desarrollado en una ley posterior. Mientras tanto y de forma temporal, Fogasa pagaría 8 días de indemnización por despido, anticipándose a lo que sería el fondo individual de capitalización.
El tiempo pasó y la ley sobre la mochila austríaca seguía sin desarrollarse. Fogasa seguía gastando dinero pero esta medida temporal parecía que iba a ser permanente. Finalmente un año después de la reforma laboral el Gobierno decidió eliminar esta parte: no habría mochila austríaca.
Si es tan buena idea, si tiene tantas ventajas (reducir el coste del despido para las empresas, permitir la movilidad laboral de los trabajadores), ¿por qué no llegó a implementarse? Pues por lo mismo que ahora va a tener un camino difícil, porque tiene un escollo importante: ¿quién lo paga?
¿Cómo se financia la mochila austríaca?
Para dotar este tipo de fondos de capitalización hay tres opciones: o lo paga la empresa, o lo paga el trabajador o lo paga el Estado. Puede haber opciones mixtas, obviamente, pero todas tienen inconvenientes que veremos a continuación.
Si lo paga la empresa significa elevar los costes laborales. Y esto no es bueno ya que desincentiva la creación de empleo en un país con mucho paro y en el que además las cotizaciones sociales no son bajas (lo que significa que los costes laborales ya son altos).
Por otro lado el fondo lo puede pagar el trabajador, pero esto significa bajar el sueldo a todo el mundo y meterlo en una cuenta que no pueden tocar hasta que sean despedidos o se jubilen. Puede ser bastante impopular y algo paternalista (¡como no sabes ahorrar ya lo hago yo por ti!).
Y por último, lo puede hacer el Estado, por ejemplo detrayendo parte de las cotizaciones sociales para estas cuentas individuales, es decir, usando dinero de las cotizaciones sociales. Sería una solución muy bonita si no tuviéramos un déficit grande de la Seguridad Social que además es muy peligroso. Es lo que hizo el Gobierno de Zapatero con Fogasa de forma temporal y al final hubo que retirarlo (además que pasaríamos de un sistema en el que las empresas indemnizan por despido a uno en el que el Estado lo hace, creamos incentivos perversos).
¿De cuánto dinero estamos hablando? En el pasado fueron 8 días por año trabajado, que equivale a un 2% del salario bruto. En esta ocasión Ciudadanos habla de un 1%, que serían unos 4 días por año trabajado. Salga de donde salga este 1%, va a ser polémico, por elevar los costes laborales, por reducir el sueldo a los trabajadores o por incrementar el déficit de la Seguridad Social. Y aún así es una pequeña, muy pequeña parte de la indemnización por despido.
Por tanto soy escéptico. En el momento de mayor tensión laboral de España se creó el sistema y no llegó a desarrollarse. Ahora que no hay esta tensión seguramente patronal y sindicatos no apoyen ninguna medida si son ellos los que pagan los costes. Veremos, pero desde luego no soy optimista.