Tres aciertos y dos errores de la ayuda de 20.000 euros de Yolanda Díaz

Tres aciertos y dos errores de la ayuda de 20.000 euros de Yolanda Díaz
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La campaña electoral parece centrada en la ayuda de 20.000 euros para todos los jóvenes que cumplan 18 años que ha hecho Yolanda Díaz, candidata de Sumar. Las críticas y halagos llegan a derecha e izquierda, como no podía ser de otra forma.

La propuesta tiene cosas interesantes y también errores. Pero lo cierto es que pese a todo es interesante que se hable de propuestas económicas en campaña electoral, ya que es lo que rige principalmente nuestras vidas.

Dar ayudas directas es un acierto

El primer acierto de la medida es que es una ayuda directa. Muchas veces estamos acostumbrados a ayudas específicas para algo en concreto: becas comedor, bono social para electricidad, dinero para comprar cultura y un largo etcétera.

Pero realmente está demostrado que quien determina mejor para qué necesita el dinero son los propios beneficiados. Una persona puede recibir los 20.000 euros de Sumar y dedicarlos a formarse para obtener un mejor empleo, a comprarse un coche para poder acceder a un mercado laboral más grande o simplemente a dar la entrada para una vivienda y tener más estabilidad.

El que mejor sabe lo que necesita es el beneficiario. Y no porque lo digamos nosotros sino porque cada vez hay más estudios que indican que dar dinero directo a los que lo necesitan es la mejor y más efectiva forma de ayudar.

El dinero incondicional es una buena idea

Otro acierto de esta medida es que es dinero incondicional. Puede sonar a regresivo (y en parte de lo es) pero hay muchas ayudas que no llegan a los que más lo necesitan por el papeleo que requieren. Y no es casualidad: normalmente quien más necesita una ayuda son los que menos preparados están para solicitarlas.

No hay más que ver el IMV, una buena medida puesta en marcha esta legislatura. La AiREF ha publicado que solo el 40% de los posibles beneficiarios han solicitado la ayuda, y la Seguridad Social no lo ha desmentido. Estamos hablando de millones de personas.

La mejor alternativa a este problema es hacer las ayudas completamente universales e incondicionales. ¿Cómo evitar la regresividad? Hay una forma que es que estas ayudas paguen IRPF, pero normalmente como una persona de 18 años, por mucho que venga de buena familia, no tiene ingresos y por tanto no pagaría nada. La otra es no hacer nada, una persona a la que le vaya bien en la vida ya pagará más impuestos.

Es una idea viable

Otro punto importante de la medida es que es viable. Al contrario que la idea de una renta universal, que no hay por dónde cogerla desde el punto de vista de financiación, esta propuesta tendría un coste de unos 10.000 millones de euros al año. No es caliderilla pero dentro de los 634.000 millones que se gastan las administraciones al año no es algo que destaque mucho.

Por tanto es una idea que requiere una búsqueda de financiación pero que se puede implementar. No es una idea loca inviable, es algo que puede requerir refinarse pero implementable si una mayoría de los españoles lo creen conveniente.

La primera pega es de dónde sale el dinero

Sin embargo no estamos ante una medida que no tenga ninguna pega, ni mucho menos. La primera es que, aunque sea viable, hay que buscar financiación para ella. Y decir que se va a financiar con un impuesto a los ricos es absurdo, como pretenden vender desde Sumar.

Si consideramos que un impuesto a los ricos es el de patrimonio hay que tener en cuenta que el impuesto de patrimonio de España, incluso siendo uno de los impuestos más raros de nuestro país en comparación con otros países, apenas recauda algo más de 1.000 millones de euros al año. Multiplicarlo por diez es una locura.

Si hablamos de IRPF, las cosas no mejoran: la gente que declara ganar más de 60.000 euros al año ya paga 33.000 millones de euros de los 90.000 que recauda el IRPF. Es decir, más de un tercio siendo solo un 4% de los contribuyentes. Aumentar de dicho grupo en 10.000 millones (sería un 30% de aumento) es una barbaridad, teniendo en cuenta que dicho grupo ya soporta tipos marginales muy altos, del 45%.

Por tanto la financiación de la medida tendría que venir de otro sitio: o un aumento generalizado de impuestos (no solo a los más ricos) o de un recorte de otro sitio. Sí, es algo menor en el prespuesto de gasto del Estado pero eso no implica que se pueda aumentar el gasto sin buscar nuevos ingresos.

La cuestión clave: ¿es el mejor uso para el dinero?

Pero lleguemos a la cuestión clave: ¿estamos ante el mejor uso para el dinero? Es decir, si logramos recaudar 10.000 millones de euros para una partida extra, ¿debemos darle 20.000 euros a cada persona que cumpla 18 años? ¿No hay un mejor uso para el dinero?

Sin pensarlo mucho se me ocurren mejor usos para 10.000 millones al año. Por ejemplo reforzar el sistema de salud que cada vez tiene más presión del envejecimiento de la población y ha soportado una grave crisis por el covid-19; también tendría más sentido darle estos 20.000 euros a las parejas que tengan un hijo, el coste de la medida sería el mismo aproximadamente y quizá lograríamos aumentar la natalidad.

También se podrían hacer ayudas algo más generales. Por ejemplo repartir los 10.000 millones al año entre toda la población (aproximadamente 200 euros al año por persona, incluyendo niños y jubilados; 250 euros al año por persona si quitamos a los jubilados que ya cobran una pensión; 320 euros al año si quitamos a menores de edad y pensionistas).

Otra opción es hacer las ayudas enfocadas a las personas que más lo necesitan, aunque aquí tenemos el mismo problema que venimos diciendo que soluciona esta propuesta: el dinero incondicional llega mejor. Pero si simplificamos el sistema de petición (solo por pedirlo se concede y es la administración quien comprueba a posteriori si se cumplen los requisitos y se retira la ayuda en caso negativo) se puede hacer una ayuda muy focalizada y sencilla. Simplemente viendo que los beneficiados del IMV son cerca de 2 millones, el impacto de 10.000 millones sobre este número de personas son 5.000 euros al año.

Pero este dinero también se podría dedicar a I+D para mejorar el futuro industrial o tecnológico de España y así lograr una mejor empleabilidad en nuestro país.

Es decir, el principal problema de la medida es que no está nada claro que sea el mejor uso del dinero. Y por eso la mayor crítica que se le puede hacer es que no está suficientemente reflexionado si es la mejor forma de mejorar el país, de reducir la desigualdad y de que todos tengamos un futuro mejor.

Y, sinceramente, esta pega invalida todos los aciertos que hemos comentado al principio. Las buenas intenciones y algunos detalles buenos no deben ser árboles que impiden ver el bosque: estamos ante una medida que no tiene sentido. Hay muchos mejores usos para el dinero público que esta ocurrencia.

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