¿Por qué la ampliación del Banco Popular es más preocupante de lo que nos dicen?

¿Por qué la ampliación del Banco Popular es más preocupante de lo que nos dicen?
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Hace solo dos semanas Banco Popular sembró de nuevo la duda sobre el sector financiero. La entidad presidida por Ángel Ron anunció sorpresivamente una ampliación de capital por valor de 2.500 millones de euros con el objetivo de mejorar su balance y la sostenibilidad de su negocio. Una llamada de socorro al mercado que ha dejado preocupado a todo el sector, ya que se pensaba que el banco, después de su particular vía crucis, estaba saneado.

La operación tendrá de nuevo consecuencias para los accionistas, que verán de nuevo diluida su participación en esta lucha por la supervivencia que lleva protagonizando Popular tras el estallido de la crisis. El objetivo de la entidad, además de volver a limpiarse de puertas para adentro, es evitar ser objeto de deseo en el proceso de concentración que está llevando a cabo el sector financiero, si bien hay motivos bastante más preocupantes que la ampliación ha dejado al descubierto.

Banco Popular fue de las entidades españolas más golpeadas por la crisis del ladrillo, algo que ratificaron los famosos test de estrés de Oliver Wyman a todo el sector bancario, que cuantificaron las necesidades de capital de la entidad en más de 3.000 millones de euros. La cúpula del banco se negó en redondo a acudir al sector público para cubrir ese déficit, provocando que desde el año 2012 su situación se haya convertido en una auténtica huida hacia adelante, ya que ha tenido que lanzar emisiones de cocos -bonos convertibles contingentes-, otra ampliación de capital anterior y numerosas operaciones para ganar liquidez.

Pero el problema sigue enquistado y se ve agravado por los famosos activos tóxicos, es decir, activos inmobiliarios de poca calidad y con más riesgo para el que los tiene que otra cosa. En concreto, Popular tiene todavía encima activos de este tipo por valor de 27.000 millones de euros. Aunque pretende quitarse 15.000 millones de esos activos en un plazo de tres años, es evidente que solo eso no va a servir para curar a una entidad herida casi de muerte.

Motivos para preocuparse

Aunque los dirigentes del banco han vendido esta operación como un paso natural en su camino para ganar solvencia de cara a las nuevas reglas que va a imponer Basilea -que también-, muchos expertos lo consideran un intento a la desesperada por evitar un desenlace fatal: ser absorbidos por otra entidad más grande.

Lo que realmente quiere Popular con este ‘rescate’ de los mercados es poder limpiar su balance para tener provisiones que cubran esos créditos morosos e inmuebles impagados que lo siguen intoxicando. De este modo, la entidad podrá crecer libre de todo lastre, si bien los analistas bursátiles y financieros lo ponen en duda y creen que el banco ha dado unas previsiones demasiado optimistas con el objetivo de que los particulares acudan en su ayuda.

Angel Ron

Pero no se trata solo de saneamiento, sino también de ganar rentabilidad y solvencia de cara al nuevo ámbito regulatorio, que obliga a tener un mayor colchón de capital disponible para hacer frente a imprevistos, más liquidez y también rentabilidad, en este caso de doble dígito. Si bien el nuevo plan de negocio adoptado por Popular junto con la ampliación solo asegura un 9% de RoTE una vez se haya llevado a cabo toda esta operación.

Por lo tanto, en plan puede salir bien, si la situación económica acompaña y se siguen vendiendo casas a buen ritmo- o muy mal, lo que supondrá que el equipo gestor tendrá que reconocer sus errores, marcharse y, posiblemente, asumir la absorción del banco.

Tirar la casa por la ventana

A parte de que esta operación denota que la salud del banco está bajo mínimos, hay otro detalle que no debe obviarse. Una ampliación de capital tiene costes para el que la hace, no es todo recibir el “donativo” de los inversores. En este caso, Popular debe afrontar unos gastos con los bancos colocadores de las acciones, los abogados, gestores, etc.

Pues bien, resulta que la ampliación recientemente anunciada y que termina este mismo viernes tiene los costes más elevados de las que se han lanzado en los últimos tiempos en el mercado español. En concreto, Popular tendrá que abonar un total de 96 millones de euros en este concepto, lo que supone un 3,8% del montante que a cambio recibirá por parte de los que acudan.

Los expertos señalan que esta cifra se debe a que la operación se ha tenido que hacer a marchas forzadas, es decir, que han tenido que aprovechar el último hueco de liquidez del mercado justo antes de que se produzcan los dos acontecimientos que a corto plazo pueden cambiar el sentimiento inversor: el referéndum sobre el Brexit en Reino Unido y las nuevas elecciones generales en España. Esperar a los resultados de ambos comicios podía haber dado al traste con la ampliación hubiesen sido los que teme el mercado.

Una Oficina Del Banco Popular Barcelona

Pero no solo tendría que afrontar estos costes directos por la operación, sino que también estaría asumiendo otros de tipo indirecto, según la información que publicó OkDiario hace unos días. Según apunta, haciendo referencia a una investigación de la firma de trading Blackbird, la entidad estaría concediendo préstamos a los clientes para que compraran sus propias acciones. Estos créditos tendrían un interés del 2,5% y una comisión de apertura del 0,3%.

De ser cierto, Popular está echando el resto para que esta operación salga adelante, cueste lo que cueste, pues el precio a pagar por no mejorar su balance sería mayor, ya que este mismo medio señala que en 2017 será absorbido por BNP Paribas. No obstante, los que hayan acudido a la ampliación deberían haberlo hecho con toda la información disponible a su alcance, la cual no es muy halagüeña.

Según numerosos expertos, esta ampliación puede tener muy poca rentabilidad para el pequeño inversor, pues auguran fuertes caídas para las acciones de la entidad en el futuro próximo. Por el momento, el Banco de España ya ha avisado de que la bolsa caerá un 14% de aquí a final de año, lo que ya señala un mal escenario de partida.

Por lo tanto, habrá que esperar un poco más -tampoco mucho- para ver en qué acaba la travesía por el desierto del Banco Popular, que podría acabar siendo uno de los grandes bancos a los que la crisis se tragó.

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