Lo quieras o no vas a tener juegos de poder en el trabajo: así se pueden sobrellevar

Lo quieras o no vas a tener juegos de poder en el trabajo: así se pueden sobrellevar
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Nos guste o no, siempre nos veremos inmersos en los juegos de poder en el trabajo. Por eso, debemos decidir si seremos peones o reinas (el rey es un inútil, afrontémoslo), ya que de eso dependerá nuestra carrera profesional.

El politiqueo de oficina es tan irritante como inevitable. Por eso, he aquí un pequeño manual con lo que se ha comprobado más efectivo para: ganar poder, afrontar rumores y cuchicheos y, en general, salir triunfante (o, al menos, no herido) en nuestro Juego de Tronos particular.

Para eso, vamos a basarnos en los trabajos de varios expertos en el tema, así que empecemos con la premisa más importante.

No jugar no es una opción

Me han contratado aquí para que explique lo que puede ayudar, de verdad, a mejorar nuestra economía doméstica en cuanto a ahorro, inversión y obtención de más dinero, que para la gran mayoría implica ganar más en su trabajo.

Por eso, lo primero a entender es que, al contrario que al final de la legendaria película de Juegos de guerra, no jugar no es una opción.

Albert J. Bernstein es un psicólogo americano que se ha pasado la mayor parte de su carrera estudiando las dinámicas de oficina y trabajo, plasmando sus descubrimientos en libros como: Dinosaur Brains: Dealing with All those Impossible People at Work. Su premisa principal se resume en esta frase:

La clave para prosperar en la jungla empresarial es entender a los dinosaurios.

Porque son esas partes primitivas nuestras, que tienen que ver con el estatus, el territorio, las relaciones, los celos y las emociones básicas, las que reinan en la oficina. Y por oficina me refiero a cualquier trabajo, se desarrolle donde se desarrolle.

Hombre en primer plano en una oficina, por detrás, sus compañeros le señalan y parecen burlarse. O entras en el juego de poder, o pasan estas cosas

Los números dan la razón a Bernstein si recordamos los estudios de un viejo conocido de los que siguen estos artículos, Jeffrey Pfeffer, experto en dinámicas de poder.

En ese contenido enlazado veíamos que aquellos que caían mejor al evaluador de su puesto recibían mejores calificaciones que los que hacían un mejor trabajo, pero no causaban buena impresión.

«La política, o la haces o te la hacen» o, como resume Bernstein en Am I The Only Sane One Working Here?: 101 Solutions For Surviving Office Insanity:

No se puede no jugar a la política, solo se puede jugar mal a ella [...] El único lugar donde las relaciones no importan es en una isla desierta alejada del resto del mundo.

Sabiendo eso, es necesario comprender ahora a qué estamos jugando, es decir, cómo funciona realmente todo esto.

Cómo se consigue poder

Jefe sentado en una mesa de reuniones, mira a la cámara y tiene gesto enfadado

El poder se obtiene de varias maneras. Si tienes una guillotina y un ejército hambriento, puedes tratar de enfrentarte a quien lo ostenta y a ver qué sale en la tirada de dados.

También puedes provocar una disrupción, como crear algo nuevo que cambie esa estructura de poder, como cuando Internet hirió de muerte a la prensa escrita o el procesador de textos a las máquinas de escribir.

Pero el 99% de las veces esas no serán opciones en el trabajo, así que la manera habitual de obtener poder es que te lo concedan quienes ya lo tienen.

La clave de esa concesión es que seas amigo de ellos, porque el poder admite solamente a los que son como él.

Por qué la meritocracia puede llevar a la ruina y no al ascenso

Una mano sostiene una medalla como símbolo de la meritocracia

Podemos creer en la meritocracia, pero el poder profesa otra religión. De hecho, en estructuras autoritarias, por ejemplo, el mérito es un impedimento para conseguir dicho poder, ya que alguien muy válido, con capacidad de decisión, es una amenaza para el líder y la camarilla.

Si alguien se pregunta cómo es posible que los generales del ejército ruso parezcan tan inútiles, especialmente los más cercanos a la cúpula presidencial, una de las razones es esa: un general carismático con poder es un gran peligro para el líder y las estructuras actuales. Por eso, ascienden los inútiles serviciales y la incompetencia de los mandos es adrede.

Roma aprendió por las malas esta lección con Julio César y uno puede pensar que esas cosas solo pasan en regímenes autoritarios.

Pero es que una empresa es, de hecho, un ejemplo de estructura autoritaria de poder. Sin embargo, también es cierto que, si eres demasiado inútil, no ascenderás en muchas ocasiones.

Por eso, la combinación perfecta es:

  • Hacer un trabajo decente. O muy bueno, si quieres, pero no te pases de listo o verás de cerca el reverso tenebroso de la fábula de la meritocracia. Esta es una condición necesaria, pero no suficiente, para avanzar.
  • Hacerte amigo y relacionarte con el poder. Será el hecho de que les gustes y no representes una amenaza, justificado racionalmente con un trabajo mínimamente aceptable, el que incrementará las papeletas de que avances.

Y sobre todo, si quieres influencia, no antagonices con los que la tienen. Ninguna estructura de poder concederá más capacidad de acción y mando a quien ve como una amenaza, no importa lo bueno que sea en su trabajo.

Eso se debe a lo primero que te explican cuando te sientas en las clases de Política Económica (o Política en general): El poder solo tiene como objetivo perpetuarse.

El juego de poder no se puede ganar (ni soportar) solo

Grupo de personas en una oficina mirando a cámara, los aliados son fundamentales

Sea cual sea tu objetivo en el juego, es necesario buscar aliados. Incluso si eres como yo, que quiere hacer un buen trabajo del que sentirse orgulloso y luego dedicarse a lo importante, dejando las intrigas bizantinas para otros.

Ya sea para aliviar la olla a presión rajando en el bar, enfrentarse a marrones o, simplemente, sentir que no estás solo, los demás son fundamentales, nos guste o no. No estoy diciendo necesariamente que haya que convertirse en hermanos de sangre, pero ya lo decía La bola de cristal (referencia de abuelo, lo sé): «Solo no puedes, con amigos, sí».

Si quieres subir, que haya gente que hable bien de ti. Si quieres simplemente soportar, que haya gente que te defienda o consuele. Si quieres tomar el poder o reivindicar, en lugar de que te lo concedan, tampoco iniciarás una revolución a solas y comprobarás la importancia histórica de sindicarse.

Y va a sonar fatal, pero si estás dispuesto a ganar y no solo sobrellevar, hay que ser estratégico con las alianzas y elegirlas bien.

Cito a Bernstein de nuevo:

Haz favores a la gente. Averigua qué necesitan de tu puesto y hazles saber que puedes proporcionárselo. En otras palabras, véndete con tus acciones. Tienes que averiguar [...] cómo puedes ayudar al grupo.

Vanessa Bohns, profesora de psicología social y del trabajo en la Universidad de Cornell, está ahora en el candelero por su nuevo libro: Tienes más influencia de la que crees (recomendable), donde un buen corpus de estudios demuestra que, para adquirir influencia, los cumplidos y ofrecer ayuda a los demás la consigue mejor que muchas otras cosas.

Es decir, que ser bueno con otros compensa y hace aliados, requisito imprescindible para conseguir poder.

Cómo soportar el cotilleo en la oficina

Dos personas cuchicheando en la oficina

Una de las caras más feas de este juego es el cotilleo. Es constante, sucede en todos los trabajos y, al menos para mí, es insoportable.

Para sobrellevarlo mejor, dos premisas, según Bernstein de nuevo:

  • Habla solo de ti mismo y escucha solo a los que hablan de sí mismos. Si haces de eso una regla, muchos de los peores abusos no suceden.
  • Responde a lo negativo con lo positivo. Cuando alguien hable mal de otro, di tú algo bueno.

Eso impide algo típico de los cotilleos, que un «inocente» comentario realizado por alguien vaya creciendo con aportaciones de otros hasta convertirse en algo muy feo. Podemos elegir entre ser cómplices o cortafuegos.

Pero es que no quiero sobrellevar el juego, sino ganarlo

Así que eres uno de esos... Un humano, me refiero, ya que todos estamos, en mayor o menor medida, programados para buscar poder. En ese caso, he aquí lo que Bernstein, Pfeffer y otros proponen para ser emperador del cubículo:

  • Ten un objetivo. Si no sabes dónde vas, no te extrañe que no llegues. Eso te dará una idea, además, de por dónde ir, a quién no pisar innecesariamente y a quién sí.
  • Conoce el objetivo de los demás. Porque hay que ser estratégico en esa política de alianzas y enfrentamientos. Sobre todo, y de nuevo, no dando un codazo a quien no debemos a la hora de hacernos sitio.
  • Apunta hacia arriba. Los chavales del cuarto de informática, los compañeros de cubículo... Los de tu nivel y por debajo no te darán más poder, así que es hora de confraternizar con los escalones de arriba, usando lo que hemos visto.
  • La moneda de cambio en el juego es la información. Consigue y extrae toda la que puedas, pero sé cuidadoso con la que compartes y con quién la compartes.
  • Golpea estratégicamente. Tarde o temprano, habrás de pisar un pie para avanzar. Hazlo solo cuando estés seguro de que vencerás y tienes apoyos suficientes.
  • Aprende de los ganadores. Cada oficina es un juego diferente. ¿Cómo llegaron arriba los que lo consiguieron? Eso nos dará una idea de las dinámicas concretas y de qué imitar.

Como vemos, el juego de poder es inevitable y podemos tenerlo a favor o en contra. Pero incluso cuando solo queramos ponernos de perfil, hemos de saber cómo jugar. Si no, nos aplastará o arrinconará con el mismo puesto y el mismo sueldo... o un finiquito.

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