Tecnología, futuro y dinero son tres de las principales variables que están dibujando nuestro progreso, y en su interrelación emergen de vez en cuando infladas burbujas producto de la especulación y la avaricia, pero también de la ambición por hacerse con un pedazo de un pastel que es el futuro seguro, a menudo como descendencia de esa pareja inseparable que siempre son burbuja y crédito.
Así fue con la crisis de las “.com”. Así fue también con esa cripto-burbuja ante la que tantas veces les advertimos, y que finalmente acabó por estallar. Y así parece que va a ser también con el nuevo activo tecnológico más de moda ahora mismo en los mercados, y con el que hay gente que ya se está haciendo de oro (fungible).
Son los NFTs, o Non-Fungible-Tokens (Tokens-No-Fungibles), y no sólo son un producto de la cripto-economía y de Blockchain, sino que también son un disruptivo concepto digitalizador que está llamado a cambiar para siempre nuestro mundo real, transformándolo de paso en uno virtual.
Los NFTs: la nueva fiebre del oro en el cripto-mercado
Empezaremos por unas pocas definiciones básicas para los no versados, y también para poner al resto en contexto. Primero llegaron las cripto-monedas, que son básicamente una pieza de software que hace las veces de activo, representa valor en el cripto-mercado, y aspiran a convertirse en medio de pago de adopción masiva, o tal vez para mercados-nicho como la Internet de las Cosas. Aquí es donde encaja el iniciático Bitcoin, pero también otras altcoins todavía más prometedoras que el propio Bitcoin, como Stellar o Cardano.
Luego están los llamados tokens, que son los que están trayendo la nueva ola de transformación criptográfica de nuestras socioeconomías que es la tokenización. Los tokens son un concepto más amplio que las cripto-monedas, aunque tecnológicamente son muy similares al estar basados igualmente en Blockchain. La mayoría de los tokens se emiten actualmente como tokens ERC20 sobre la red Ethereum, pero esto puede cambiar rápidamente con las nuevas funcionalidades que ofrecen cripto-monedas como Cardano, que, con su Blockchain Ouroboros de “Prueba de Participación, incorporan de forma nativa la posibilidad de lanzar al cripto-sistema nuevos tokens, sin necesidad siquiera de programar ningún contrato inteligente, y que estarán cotizando en el mercado en cuestión de minutos.
Los tokens se diferencian de las cripto-monedas básicamente en que, mientras que la cripto-monedas tienen un valor otorgado por la propia comunidad en su sentido más amplio, el valor de los tokens y su ecosistema tecnológico y económico suelen orbitar en torno a una comunidad privada con fines generalmente corporativos. Y aunque también los tokens pueden ser en cierta manera una unidad de valor, en este caso ese valor no es un valor per sé fuera del ecosistema para el que fueron diseñados: es decir, no son una moneda generalista de intercambio como tal, aunque se le pueden asemejar bastante funcionalmente.
Se puede decir por lo tanto que el token como concepto generalista abarca más usos que una simple cripto-moneda. Así, por ejemplo, de tokenizarse la industria de las millas aéreas que se obtienen al volar para luego viajar gratis, en vez de esas millas, la compañía aérea nos podría dar directamente tokens suyos controlados por su propia red de contabilidad distribuida. La gran ventaja es que así la compañía se desvincularía mayormente de la costosa gestión de los puntos, y usted iría obteniendo unos tokens que puede negociar libremente, adquiriendo más en el mercado para comprar un billete más barato, o vendiendo los suyos a otro usuario si usted no los quiere volar. La operativa de los tokens en los exchanges sería totalmente análoga a lo que es la compra-venta y el intercambio (swap) de las cripto-monedas. Otra diferencia entre NFTs y cripto-monedas o tokens es que las éstos últimos básicamente son todos iguales, mientras que los NFTs son únicos, no hay dos iguales, y no se pueden intercambiar entre sí unos por otros.
Y por último llegaron los famosos NFTs o Tokens-No-Fungibles, que hoy por hoy son lo que más se lleva, y están haciendo las delicias de techies, especuladores, e inversores por igual. Los NFTs son efectivamente tokens, pero que pueden representar bienes tangibles o intangibles, siendo ellos un activo puramente intangible. Como su propio nombre indica, los NFTs no son fungibles, y por lo tanto no pueden ser consumidos con el uso que se hace de ellos. Al mismo tiempo, los NFTs tratan de emular el fundamento económico confiere valor al el oro en nuestras socioeconomías, y que se basa en cómo ese valor del oro (o de la plata) en buena medida es algo cultural, y se ha convertido en reserva de valor universal sólo porque todo el mundo de confiere valor y confianza.
Los NFTs y el mundo del arte y del coleccionismo son aliados naturales dentro del cripto-sistema… y ahora también en el mundo real
Esa característica de no-fungibles hace de los NFTs el cripto-vehículo ideal para digitalizar y crear todo un mercado de obras de arte digitales, puesto que al ser no-fungibles (es decir, no se consumen con el uso), tras adquirir usted en forma de NFT una obra de arte, ésta no va a irse consumiendo conforme usted la visualice, la preste, o haga cualquier otro uso de ella que no sea una venta. Obviamente, la venta del NFT transferiría su propiedad y su valor a otro nuevo propietario, pero eso realmente ya no sería hacer uso del NFT como tal, por lo que no viola su carácter de “no-fungibilidad”. Además, con los NFTs el propietario puede certificar que es el propietario único y absoluto de la obra original, no son divisibles como los tokens o las cripto-monedas, y aunque pueden compartirse fácilmente en internet, no se pueden destruir, eliminar o replicar como tales, puesto que están sustentados por un contrato inteligente sobre una red Blockchain.
Los primeros “pinitos” de los NFTs, aunque entonces no se les conociese realmente como tales, se remontan a hace unos pocos años, con aquella fiebre precursora de los cripto-gatitos sobre la que ya les escribimos en su momento, y que fue tan explosiva que llegó a saturar la capacidad de la red Ethereum sobre la que se sustentaban. En esencia, aquellos cripto-kitties ya eran NFTs, pues representaban con un token Ethereum un gatito único y que no se consumía. Ya es historia cómo aquellos cripto-gatitos empezaron a negociarse en compra-ventas por las que algunos usuarios inexplicablemente llegaron a pagar miles de euros. Sería sólo por la tontería de que te sobre el dinero y ser propietario de un minino virtual único, pero el hecho es que aquello supuso una auténtica fiebre de coleccionismo y creo de la noche a la mañana todo un mercado en su momento. Pero al igual que representar cripto-gatitos, los NFTs pueden ser la representación virtual de un sello, una canción, una obra de arte, o cualquier otro objeto real o virtual que se precie y que así pasa a ser directamente virtualizado.
Y sobre estos fundamentos criptográficos, toda la ola que ha venido después…
Pues hay que reconocer que aquello de los cripto-gatitos ya fue todo un ilustrativo precedente de lo que los NFTs podían llegar a suponer, y de cómo la fiebre podía acabar siendo un fiebrón en toda regla. Especuladores, coleccionistas, tratantes de arte, y simples curiosos aparte, lo cierto es que aquí ha surgido todo un mercado, que parece que perdurará en el tiempo de una u otra manera, por mucha especulación que pueda estar haciendo acto de presencia en este momento.
Así, hemos asistido ya a ver cómo la celebérrima casa de subastas Christie’s ostenta la primicia de haber realizado la primera subasta de una obra de arte puramente digital. La obra de arte en cuestión fue un collage compuesto por más de 5.000 fotos realizadas por el artista Mike Winkelmann (nombre artístico “Beeple”), una por cada día desde el 1 de mayo de 2007 y durante 13 años y medio. Esas obras diarias que el artista iba ya colgando en internet, fueron finalmente utilizadas para hacer la composición final puramente digital ahora subastada. La “mágica” cantidad que alcanzó la subasta de Christie’s fue de nada más y nada menos que más de 69 millones de dólares. Casi nada.
Pero lo de la subasta de Christie’s no ha sido un caso aislado. Aquí se han cruzado los que han visto un nuevo filón con el que enriquecerse rápidamente especulando, con los que tienen un afán realmente coleccionista de los primeros NFT de multitud de objetos de deseo, con los que simplemente quieren invertir como se puede invertir en cualquier otro mercado de arte. Pero esta combinación ha resultado en todo un cóctel de alta graduación, muy probablemente, y coincidiendo con las burbujas de libro, derivada de la grandes expectativas de fuerte revalorización, de todavía una oferta no masiva, o al menos no tanto como una demanda que ha sido explosiva y a la que la oferta por ahora no ha podido seguir.
Así, ha habido subastas millonarias de otros NFTs que han roto al alza el mercado, como por ejemplo la subasta del NFT del primer artículo del New York Times tokenizado, que fue puesto a subasta como mera prueba de concepto, y que acabó recaudando otra “mágica” cantidad. En este caso fueron 560.000 dólares, que el autor destinó a la beneficencia, y que fueron pagados por pagados por @3fmusic, un destacado perfil coleccionista de NFTs, y detrás del cual hay una compañía de producción musical con base en Dubai. Otro caso de recaudación millonaria sonada ha sido la del NFT subastado por Snowden, que tokenizaba un retrato suyo hecho por un famoso fotógrafo, y que recaudó más de 5 millones de dólares que fueron donados a una fundación que promueve la libertad de prensa.
Pero fiebres aparte, como en toda burbuja, aquí también hay una parte funcional, y ésta es por ejemplo la que ha implementado el ecosistema de Student Coin, que permite fácilmente lanzar NFTs a la comunidad de estudiantes para la que fue diseñada. Parece una buena opción, especialmente cuando los que más ganas tienen, y los que son los emprendedores del futuro, están actualmente en su mayoría en campus universitarios como aquel en el que se fundó hace unos lustros el emporio de Facebook. No obstante, lo realmente revelador es ver cómo en cualquier cripto-ecosistema que se precie, la posibilidad de lanzar NFTs se está volviendo una característica casi fundamental.
Aparte de toda la especulación, los NFTs tienen sus manos de arte manchadas y están destruyendo mucho más (y a propósito)
Ahora bien, estando a la espera de que baje la marea para ver qué fundamentos quedan tras la resaca, entre los cuales estará sin duda una nueva y disruptiva forma para los artistas de monetizar su arte, lo cierto es que, como en toda fiebre especulativa, los daños económicos para algunos pueden ser mayúsculos. Y en este caso, y por la propia naturaleza de los NFTs, esos daños no son meramente debidos a un NFT que se puede depreciar tan rápidamente como se revalorizó. No, aquí está habiendo daños muy tangibles sobre motivaciones totalmente intangibles.
El sumun de la destrucción de esta burbuja de NFTs, de la que ya se habla abiertamente en el sector, han sido noticias como la de aquella obra de Bansky con título “idiotas” que fue adquirida por una empresa que la destruyó quemándola (video público de la quema), no sin antes haber creado un NFT con ella. La propia empresa reconoce que destruyó la obra para transferir su valor al NFT, que ahora es la única forma de adquirirla. La subasta finalmente fue adjudicada por 405.000 dólares, lucrando a la empresa orquestadora de toda la operación con unas jugosas ganancias sobre los 95.000 dólares que pagó por la obra original que destruyó despiadadamente.
No sé qué les parecerá a ustedes ni si pensarán que hay que dejar que las nuevas formas de arte de abran camino, pero a un servidor le parece desvirtualizar totalmente el propósito último de los NFTs, y que pasaría por aportar valor al mercado del arte digital. Pero en este caso se ha hecho a costa de destruir ese mismo valor en el mercado del arte físico, en lo que supone una aberración total que ha privado a cualquier mortal para siempre jamás de los momentos de éxtasis contemplativo que se podrían haber tenido si hubiésemos podido seguir viendo en vivo y en directo la obra original. No se puede destruir de esta manera arte con mayúsculas cuyo único pecado capital era estar realizado sobre un soporte físico.
No parece ni ético ni admisible, especialmente cuando el producto de esa destrucción además era lucrarse. Por esta regla de tres, la misma suerte puede esperarle a cualquier Goya, a cualquier Velázquez, o a cualquier otro Bansky. Como les decía, una aberración en ese mundo del arte que a veces puede llegar a ser tan censurable y un nido de especuladores, donde ya desde hace siglos un pintor como Van Gogh puede morir en la más absoluta miseria, y luego sus obras pueden acabar cotizándose por muchísimos millones. Y ahora encima igual a algún “inversor” le da por pegarle fuego al cuadro de los girasoles para “transferir” valor a un simple NFT sin pinceladas ni texturas. En fin, esto puede acabar siendo una nueva forma de delito (si no lo es ya).
Pero riesgos hay incluso para los propios propietarios de los NFTs, puesto que muchos de ellos sólo tienen valor y sólo pueden existir mediante las plataformas que los soportan. Obviamente, con la nueva fiebre del oro, están surgiendo múltiples plataformas de NFTs, muchas de las cuales no sobrevivirán ene el largo plazo, y de no cambiar su tecnología actual, con la plataforma morirán los propios NFTs por los que alguien pagó millonadas. Desde luego que como inversión tiene sus riesgos, esos riesgos en los que ahora (casi) nadie repara presos de la espantada alcista que quieren que les haga ricos.
Esto es otro factor que refuerza la casi certeza de que el mercado de los NFTs está abducido por toda una fuerte ola especulativa, puesto que si nadie se preocupa porque el NFT pueda sobrevivir conservando su valor en el largo plazo, eso querría decir que es que ese largo plazo no le importa realmente mucho al mercado, porque (casi) todo el mundo se está limitando a comprar ahora mismo con la mera expectativa de vender un poco más tarde con una jugosa plusvalía. Así que no sólo nos hemos quedado sin la belleza física del Bansky “idiotas”, sino que incluso puede ahora que el día menos pensado nos quedemos también sin el NFT que lo sustituyó tan sombríamente.
Buen título el de la obra para tamaño despropósito. Y es que en todo mercado hay “listos” muy listos, pero que en el fondo y visto con perspectiva, a veces la especie humana como conjunto nos comportamos como auténticos idiotas. No dejemos que los NFTs se perviertan a sí mismos, y menos que destruyan nuestro mundo de belleza y disfrute físico tan sólo para llenarle los bolsillos a algunos a los que realmente el arte no parece importarles nada. Y de hecho tampoco parece importarles lo más mínimo la humanidad como conjunto, porque hay seres humanos que son de todo menos humanos: aunque tengan los bolsillos llenos, tienen el corazón vacío y (la mente carcomida). La economía puede ser preciosa, y aportarnos a todos bienestar y darnos de comer, pero hay otras veces en que lo único que da son auténticas arcadas.
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